domingo, 28 de octubre de 2018

El pibe (Agustina Cortez)

Cuentos realistas

El pibe
(Basado en el cuento "El pibe" de Cecilia Solá)

  —¡La verdad es que no sé cómo llegaste a primer años vos, si no sabes ni escribir!
Me asusté. El profe enojado otras vez. Ese chico ya lo tiene harto. Siempre que está explicando algo, salta interrumpiendo la clase con cualquier palabra o cosa. Y yo me reía. Al igual que todos me parecía divertido, pero llegó a cansarme. 
Él también parece enojado. Tengo dudas. Mira a Santi a su lado y lo insulta. Sólo se escucha su voz en todo el salón. Retumba. Alarma al profe otra vez y lo manda a la dirección. La dirección. Lo conocen muy bien ahí. Yo no quiero que se vaya. El pibe es bueno, es mi amigo. Hablamos, y se me da por pasarle la tarea a veces. No, no lo rajen al pibe, ¿no ven que me quiere? Lo noto. Él me conoce. Con sus manos grandes y ásperas supo consolarme en malos momentos. Él me quiere, el pibe es bueno. 
Se levanta y tira la silla con bronca, agarra su mochila hecha pedazos y sale. Deja la puerta abierta y lo veo, sigo sus pasos. Sé que no va a la dirección, el pibe no es tonto. Se va. ¿Volverá?
Lo conozco. Siempre lo veo juntar los cartones del barrio. Me saluda cuando me ve, sin importar cómo y con quién esté. Y me gusta, el pibe me gusta. Mamá no sabe, sé que no tiene que saber todavía. 
No sé cómo es su familia, nunca me quiso contar. Lo veo con su caballo y el carro sucio, nada ni nadie más. Yo lo quiero ayudar, pero no me deja. Lo invito a mi casa y no va, le hablo y no escucha. Es duro como la piedra. 
Marcos, así se llama, no llora frente a los demás, pero pega. Le pega a los que lo molestan en la escuela, a los mirones idiotas que no tienen nada más que hacer. Sé que pega en la calle, pero eso no me gusta. Sí me gusta el pibe que es conmigo, el que me quiere y no disimula. 
Bolsea todo el tiempo, también sé eso. Pero no conmigo, no cuando me tiene a mí. No me escucha y nos gritamos. Que dejá eso, que no, que te quiero. Entonces me abraza y me despido de todo. 
El pibe se va y me deja acá sola. Lo quería y se va. En la escuela llegó la noticia y el silencio llenó el salón. Nos cuenta el profe que se dio con una tumbera y dejó nota. “Ya me voy, no los voy a molestar más”, con lápiz rojo y esa letra horrible que me gustaba. El pibe se fue y sé que nadie lo extraña más que yo. 

Preludio del final (Tomás Rodríguez)

Aguafuertes porteñas del siglo XXI

Preludio del final

En toda la historia de la humanidad, sin importar la época, las creencias o el lugar, siempre existió algo que atemoriza hasta al más valiente de los estudiantes. Su mera presencia es capaz de causar estragos en la vida del que lo ve y es capaz de devastar al que toma desprevenido. Su llegada se anuncia con días de anticipación, sembrando el pánico total, no solo en las desafortunadas almas que lo escuchan, sino también en cualquier otra persona que sepa que puede ser el siguiente. Los más temerarios, se preparan inútilmente hasta que el día llegue, mientras que, muchos otros, solo se hunden en la más absoluta y atroz de las desesperaciones. El tiempo sigue pasando, cada día hay más y más gente que no soporta la presión y decide retirarse. Mañana es el día en que todo acaba.
 El sol sale y los pocos que deciden hacerle frente al destino se encuentran reunidos. Ellos se prepararon para esto, ellos cargan con las esperanzas de sus compañeros caídos. El momento se acerca, el armamento es guardado y los creyentes no se molestan en rezar: ningún Dios podría salvarlos de lo que viene. Las puertas del infierno se abre y un sentimiento de muerte invade el corazón de todos los presentes, algunos no lo logran y, a pesar de haber luchado fervientemente para este momento, deciden abandonar y ser parte del resto. La presencia se acerca cada vez más, sudor empieza a formarse en la frente de todos los presentes. Boom, la última barrera es traspasada. Todos miran con pavor cómo el heraldo del fin de los tiempos se acerca a su podio, dejando un rastro de muerte absoluta a su paso. El momento para el que solo unos pocos habían sobrevivido había llegado. El mensajero del apocalipsis ya se encontraba en posición para cantar su réquiem mortal e invocar al mismísimo demonio que acabaría con toda vida a su alrededor. Esbozando una sonrisa digna del más sádico de los verdugos, dice:
 -Saquen una hoja, hoy tenemos examen. 

Por Tomás Rodríguez, de  6°1°

La fea y la linda (Ludmila Pérez)

Aguafuertes porteñas del siglo XXI

La fea y la linda

Con tantas personas distintas nos cruzamos a lo largo de la vida, que a veces nos encontramos con esas que se creen Coco Chanel pero no llegan ni a La Bruja del 71.
   Se creen muy sexis, diosas, divas, creen que tienen una silueta reloj de arena,  que las fotografías y la pasarela son su especialidad y que nacieron con ese tipo de don. Piensan que son las N°1, sueñan con desfilar en un fashion week, lucir prendas Gucci, Dior o Louis Vuitton, se encargan de injuriar a otras jóvenes creyendo que ellas son de una élite.
   Son esas mismas que para tener un book de fotos buscan por cielo y tierra un fotógrafo que lo haga gratis, cruzan el mar para buscar una maquilladora que no les cobre, con el fin de querer mostrar que ellas son las más solicitadas, pero engañan a todos. Hacen lo mismo pidiendo marcas para unas fotos, en sí, hacen trampa con todo, solo para endiosarse y pasar por arriba a otras niñas.
   Pero en realidad son esas que sus piernas parecen una gelatina recién hecha, su silueta es un triángulo invertido y para qué te cuento de su pelo o cutis ¿Te lo podes imaginar a esos bicharracos, no? Su rostro repleto de acné,  no son capaces de usar una máscara de destello vital, sus piernas y cavado son rasurados, por lo cual su bello es estimulado el mismo que  termina dejando marcas y puntos negros.  Jamás se hacen un baño de crema en su cabello, tienen estrías y celulitis. No tienen la posibilidad de ir a una esteticista para que las ayude a mejorar su aspecto y sus kilitos demás ¡ni te cuento!, el rollito que se les escapa para colmo usan sus pantalones tiro bajo. Pero así y todo son las más presumidas, creen que se llevan el mundo por delante, son muy desagradables y su vocabulario es poco estético.
  Yo no digo que no te creas una chica hermosa, pero no quieras denigrar o frustrar a otras comparándolas con vos cuando te falta una vuelta al mundo para comenzar a pertenecer a una elite. Son puras personas tóxicas.
 Cuando comienzan a hablar pareciera que lo hacen resfriadas, y solo salen de su boca cosas poco interesantes y sin clase como “Ay piba, no sabés, estoy re cansada, esta semana tuve dos sesiones de fotografía”. Y vos te quedas como mirándola de arriba abajo, pensando: “Que chica tan ordinaria,  y con ese cuerpo se cree tanto…” y realmente terminás afirmando tu pensamiento. 
  Creen que todos los muchachos están a sus pies, ellos se enamoran cuando ven sus fotos en las redes sociales, de tanto Photoshop que usan parecen unas barbies con piel de bebe recién nacido, pero cuando las ven en persona ¡agarrate, Catalina! Se llevan el susto de su vida, no duermen más en las noches y hasta levantan fiebre, los pobres muchachos.
 
Por Ludmila Pérez, de 6° 1°

Militincheo en las parejas de hoy (Camila Sanabria)


Aguafuertes porteñas del siglo XXI

Militincheo en las parejas de hoy

Tincho y Mili suelen ser algo... intensos, se podría decir. Ellos se aman muchísisisimo, y eso lo saben todos, ya que son como un enorme cartel que grita: "Miren, estamos juntos y nos amamos, somos felices y ninguno es cornudo". Sé, ¡dale!
 A ellos los ves en cumpleaños, bondis, trenes, plazas, colegios, trabajo, universidad, en fin, uno nunca se salva de los Tinchos y las Milis, porque ellos suelen ser intensos.
 Vayas donde vayas, los reconocés. Tincho siempre con su característico jopo, incluso a veces con gorras, castaños, rubios, pelirrojos, quién sabe; mirada despectiva, nunca pierde la oportunidad de rebajarte de "nivel", y demostrar que es el mejor, sí, ¡el mejor imbécil! Oh, y no nos olvidemos de Mili, la gran Mili, la gran diva, con su pelo siempre perfecto, presumida e irritante por demás, debo decir, en su lista de prioridades vas a encontrar novio, pelo y ropa en el 'Top Tres' seguro.
 Jamás se pelean. jamás, he dicho. Ellos son la pareja perfecta, la pareja de las parejas. Ellos se celan, mucho, pero les encanta, es algo... que demuestra el infinito amor que se tienen. Son infantiles, no importa si ya tienen más de treinta años y van por el cuarto hijo, no hay un límite de edad para ser Mili o Tincho.
 Las redes sociales forman gran parte de su vida: es muy pero muy importante publicar testamentos sobre su gran amor, y ¡ojo!, si uno publica algo, el otro también debe hacerlo, no vaya a ser cosa que la gente piense que no se quieren lo suficiente, ni sean la gran pareja perfecta que se ama mucho, mucho.
 Los verás paseando de la mano, sonriéndose, dándose besos, abrazos, sacándose fotos, como prueba, claro; así, después figura en el mundo de las redes sociales su gran amor, ese que hay que "envidiar", el amor rosa y sofisticado, cliché, careta, digo, cariñoso, lindo, bonito, empalagoso, que te dan ganas de vomitar, digo, de tener.
 En fin, un día Tincho deja de seguir a Mili en Instagram, los dos se proponen seguir con su vida, van al gym, mejoran como personas... Pero, un día, no muy lejano, al final del camino se reencuentran, y vuelven a Militinchar, felices para siempre.

Por Camilia Sanabria, de 6°1°

Injusticia (Selena Álvarez)


Cuento realista
Injusticia 

En una tarde preciosa me dirigía a casa luego del colegio, por el camino que acostumbro a recorrer, noté que una de las calles estaba cortada y no me quedaba otra que ir por el callejón. No se veía mucho debido a la obscuridad de ese lugar y no me sentía confiada de ir por ahí, pero era la única ruta y la tuve que atravesar.
Al poco tiempo de entrar allí comencé a sentir que me seguían y, asustada, comencé a caminar más rápido. La sensación de que me seguían no salía de mi cabeza, lo cual me aceleró el corazón y mis ojos se llenaron de lágrimas. Seguí caminando más y más rápido. Hasta que de repente, de la nada, fui acorralada por tres hombres.
-¿A dónde vas, mamacita?
-¿Por qué tan apurada, nenita?
Sentí un escalofrío enorme, entonces grité y traté de huir.
-Ja ja ja ¿dónde creías que ibas, chiquita?
-Dejame ir- le grité. No diré nada, lo prometo.
-Vos no vas a ningún lado.
-Gritá todo lo que quieras, acá nadie te va escuchar.
-No me hagan nada, se lo suplico.
-Ja ja ja. Solo jugaremos contigo.
-No, por favor ¡No!
-Callate. No sirve de nada que grites, boba.
-¿Por qué me hacen esto?-les dije, con lágrimas en los ojos.
-Solo porque queríamos y ya.
-Ahora callate, estúpida.
Yo me encontraba desconsolada, llorando.
-Ahhh ¿Por qué a mí?
Luego de esa situación me golpearon a más no poder, además de haberme violado, todo sin razón alguna.
Quedé ahí en el callejón, con la ropa desgarrada y sangrando. No lograba reaccionar. Sentía que me iba a desmayar y con mi último aliento llamé a mi madre.
Le dije dónde estaba y que me viniera a buscar.
-Hija ¿qué te pasó?
-Llevame al hospital, mamá.
-¡Si! Vamos hija, con cuidado.
Llegamos al hospital lo más rápido posible y fui atendida.
El doctor hablo con mi madre y le confirmó mi abuso sexual. Mi madre no lo creía, lloraba y se lamentaba de no haber estado ahí.
Luego de tres días en el hospital logré tomar conciencia y reaccionar. Tengo que denunciarlos, dije.
Fui a la comisaría con mi madre y le conté todo lo sucedido al oficial a cargo, el cual respondió que no podía hacer nada al respecto ya que no había cámaras ni testigos en el lugar del acto, además, como los bastardos tenían cubiertos los rostros, no los podía identificar.
Mi madre, enfadada, le reclamó al oficial y le dijo que cumpla su trabajo, que investigue y encuentre a los culpables, a lo cual, el oficial le contestó que sin pruebas no podía proceder.
Me fui de aquel lugar llorando y con miedo de volver a encontrarme con aquellos tres hombres, esos malditos hombres que arruinaron mi vida y a los que no  capturaron o  siquiera buscaron.
Ya no aguanto, no tengo ganas de vivir siempre con ese miedo que no me deja dormir. El pensar que pueden volver y recrear aquel día, ese maldito día.


Al día siguiente, mi madre encuentra mi cuerpo desvanecido, frío, sin vida. Ella llora al oír que fue suicido por depresión y se lamenta por no haber estado ese día para ayudarme y protegerme de esos hombres.


Tranquila madre. No te preocupes por mí, estoy bien. Ya encontré paz.

Por Selena Álvarez, de 5°1°


lunes, 15 de octubre de 2018

Sueño cumplido (Cielo Caballero)


Relatos de ciencia ficción

Sueño cumplido

Beltrán, un joven de 18 años, tenía un sueño desde pequeño, que era  teletransportarse a cualquier parte del mundo o al futuro, como ocurría en las películas. Su familia no estaba de acuerdo en que tenga ese tipo de ideas en la cabeza, porque decían que era mentira, que sólo pasaba en la televisión.
 A él no le importó, porqué lo único que quería era llegar a cumplir ese sueño tan anhelado, con o sin ayuda de ellos.
 Su amiga de la infancia, Flavia, sabía desde que eran niños de su sueño. Beltrán le dijo si le podía ayudar a averiguar dónde podría llegar a conseguir la máquina o si alguien lo podía transportar. Su amiga le dijo que no tenía idea de dónde podrían llegar a conseguirlo, pero que podrían investigar por Internet. Él enseguida dijo que sí, que quería averiguar por Internet.
Flavia era una chica que cuando se le ponía algo en la cabeza no paraba hasta conseguirlo, y más si se trataba de cumplir el sueño de su amigo, aunque a la vez le asustaba, porque tenía miedo de que le pase algo, o de que nunca volviera.
 A la hora, Flavia gritó muy alegremente:
 –¡Amigo, amigo, amigo!
  –¿Qué, amiga?  -dijo él-. Encontré una página donde dice que venden máquinas para transportarse, encima están a muy buen precio.
 Beltrán se puso muy feliz, pero al rato se puso a pensar: “¿De dónde sacaré el dinero?”.
 Flavia dijo:
 –No te preocupes. Con tus ahorros y los míos, te la compras.
Fueron los dos al lugar donde vendían esa máquina, tocaron la puerta de la casa y un señor se la dio, pero  le dijo que tenga mucho cuidado y que la cuide, porque podía llegar a fallar si no cumplían las reglas que pide la máquina.
 –Por fin,  llegó la hora de que cumpla mi sueño -dijo Beltrán, muy emocionado.
 –¿A qué  parte piensas ir? -dijo su amiga
 –Quiero transportarme al futuro, más o menos unos quince años, para ver qué pasará conmigo o con el mundo en ese tiempo.
 –¿Estás seguro? -dijo ella.
 –Sí, completamente -respondió Beltrán. Nunca estuve tan seguro de algo en mi vida.
 – Amigo, si te llega a pasar algo o no vuelves, ¿qué haré?, ¿qué explicaciones le daré a tu familia?
_No te preocupes, amiga, volveré y va a seguir todo como hasta ahora, sólo déjame cumplir mi sueño.
Beltrán abrió la caja y construyó la máquina según los procedimientos que se indicaban. A la media hora, ya la había construido. Ya estaba totalmente todo hecho para que se transporte al futuro.
  –Llegó el momento, -le dijo él a su amiga.
 Ella le respondió:
 –Mucha suerte, amigo, te esperaré cuando regreses.
 Beltrán se puso adentro de la máquina, apretó el botón y una luz lo transportó.
 Al instante, se encontraba en un lugar muy extraño que no parecía el futuro, era como una ciudad  totalmente desecha, todo destruido, personas muertas, la naturaleza toda destruida, edificios , absolutamente todo derrumbado. Beltrán, al ver eso pensó y dijo: “¿Esto será el futuro en quince años?, estaremos todos muertos, el mundo ya no existirá, todo estará destruido”.
Agarró la máquina, apretó el botón y volvió al lugar en donde estaba con su amiga. Le contó a ella todo lo que pasaría en quince años. Flavia, muy sorprendida y a la vez asustada, le dijo a Beltrán:
  –Disfrutemos de la vida, amigo, porque cuando pasen quince años, ya no estaremos en el mundo, y quiero estar con vos y disfrutar esta hermosa amistad, hasta que pase eso en el mundo.
 Él le respondió:
  –Sí, amiga, tienes mucha razón, hay que aprovechar y vivir la vida al máximo.

(Por Cielo Caballero, de 3°1°)

La pena de la guerra (Romel Machicado Calla)


Relatos de ciencia ficción

La pena de la guerra


Era un 14 de julio de 2026.  Yo tenía 15 años cuando empezó la guerra por el control del mundo. Las cosas ya no son como antes después de la Tercera Guerra Mundial, que duró seis años y medio. 
Yo estaba en la escuela charlando con mis amigos cuando se escuchó un ruido muy fuerte. Todos salimos afuera a ver lo que pasaba. Miramos arriba: por el cielo se veía cómo volaban aviones. En ese momento, no sabía qué pasaba ni lo que ocurría. Las clases habían terminado rápidamente. Me fui  a la casa de mi mamá. Pero ella no estaba, me había enviado un mensaje diciendo: “Hijo, fui de compras. Vuelvo dentro de  una hora . No salgas de la casa y cierra las puertas y ventanas”. Rápidamente corrí y cerré todas las ventanas y la puerta. De pronto, escuché un ruido: 
“Tin-tin-tin…” 
Era mi celular. Me había llegado un mensaje de mi papá que decía: “Querido hijo voy a partir a la guerra . El presidente ha dado la orden de atacar China y Rusia. Querido hijo , te juro que voy a volver de la guerra .Cuida a tu mamá.”
Me quedé inmóvil y sorprendido de lo que pasaba. Me había dado cuenta porque cuando estaba en la escuela y volaban aviones de guerra. De pronto, mi mamá llegó con cajas de comida enlatada. Le pregunté:
 –¿Dónde está mi papá? ¿Por qué no llego a casa? 
Yo, sabiendo lo que pasaba, solo me hice el tonto. Ella me dijo que estaba trabajando.
Luego de un rato, encendí la televisión. En las noticias decían
 –La Tercera Guerra Mundial ha comenzado. Estados Unidos ataca a China y Rusia . Les recomiendo estar en sus casas y no salir afuera por órdenes del presidente Juan Patricio. Después de oír el comunicado, se escucharon ruidos. Fui a ver qué pasaba. Afuera, en el cielo, vi cómo caían desde el cielo las bombas. Fui a avisar a mi mamá. Ella me dijo que corriéramos hacia el bunker que había construido mi papá hacía unos años.
Adentro tuvimos que estar casi toda la guerra. 
Era muy aburrido adentro, no sabía qué hacer. Afuera se escuchaban todos los días explosiones. Después de un par de horas, ya no se escucharon ruidos. Con mi mamá salimos afuera a ver cómo quedó nuestro vecindario.
 Todo estaba destruido. De pronto, pasaron tanques rusos. Con mi mamá nos escondimos en los escombros de la casa. Entraron al búnker y se llevaron todo lo que había adentro. Ya no había comida. Todo se había acabado. Yo tuve que ir a buscar por la ciudad y los barrios comida. Era tomar algo y salir corriendo porque era peligroso afuera. Pasaban autos con soldados enemigos. Una vez casi me atrapan, pero no lo hicieron porque me escondí en una cloaca. Cada día era difícil. Ya no había agua.  Juntamos lo que podíamos con mi mamá, pero no bastaba.
En los últimas semanas de guerra, en la radio decían “ La guerra está a punto de acabar . Nuestros enemigos han tomado nuestras bases de guerra y lo último que nos queda es mantener la Casa Blanca en pie.” 
Mi papá había muerto. En la radio escuché que mi padre había muerto. Mi mamá se puso a llorar. Pero ella me dijo que lo importante era que estábamos vivos. 
Algunos años después, en la radio seguían diciendo que la derrota estaba concretada. Eran los últimos días de guerra. Mi mamá estaba alegre porque habíamos sobrevivido toda la guerra. A ella no le importaba que fuéramos dominados por otros.  “Lo importante es estar vivos”. Eso era lo que me decía ella.
Yo también estaba alegre, pero afuera se seguían escuchando ruidos de soldados y tanques . Con mi mamá nos escondimos, pero ya era tarde: nos habían encontrado. Les pregunté, gritando:
 –¿Qué van hacer con nosotros? ¡Díganme!
Ellos nos respondieron que lo sabríamos muy pronto. 
Pasamos la noche cautivos. Al día siguiente, nos dieron de comer, pero al mediodía nos hicieron levantar para matarnos. 
Llorábamos, les suplicábamos, pero igual no les importaba.
Y de todos modos nos mataron.
 Pero de pronto, desperté. No sabía qué pasaba ¿No estaba muerto?, decía. 
Los soldados habían escrito cerca del bunker:
“Estas personas no son las que provocaron la guerra. Fue su presidente y sus gobernadores”.
Todo esto era un experimento de la CIA , que utilizaba personas en campo de concentración para ver si sobrevivían en una guerra. 
Pero el experimento sigue en prueba.   

Aquel día (Malena Calla)


Relatos de ciencia ficción

Aquel día

          “Sabes que evitando tus problemas no resuelves nada…”

 -¿Qué sentiste Brigitte? – le preguntó Cannan .
-No sé cómo explicarlo, pero… Tuve mucho miedo – dijo Brigitte.
-¿Cómo que miedo? ¿Qué pasó ahí adentro? – le preguntó muy angustiado.
-No quisiera hablar de eso hoy -respondió Brigitte, casi sin ganas de mirar a Cannan.

 Brigitte se dirigió hacia su casa, pensando en lo que vio a la hora de entrar en el portal dimensional. Entrando, vio a su hermana sentada mirando televisión. En eso, la hermana se dio cuenta de que llegó Brigitte, y se lanzó hacia ella para llenarla de abrazos y besos.
 -¡Hermanita!- dijo Gina, la hermana menor de Brigitte .
-¿Cómo estás dulzura?- le preguntó cariñosamente a la hermana.
-Bien, pero cuéntame que se sintió entrar allí; dime qué pasó; quiero saberlo todo- dijo Gina muy ansiosa.
-Bueno … no creo que sea conveniente contarte, pero estuvo increíble la experiencia -sonrió y se fue a su habitación, muy cansada.
 Brigitte cerró la puerta de su alcoba y se recostó en su cama, tapándose la cara con la almohada.
    A la mañana siguiente se dirigió para su trabajo, y al entrar se encontró con Cannan muy emocionado. Entonces, se acercó a él y le dijo, con una pequeña sonrisa:
 -Oye, ¿Qué pasa? ¿Por qué tan feliz? 
-Me habló el director, le comenté del progreso del proyecto, y también mencionó que lo quería ver con sus propios ojos- respondió algo nervioso.
-¡Ah, que bien!- expresó Brigitte, saltó y abrazó a Cannan- Y… ¿Como a qué hora va a venir el director? – preguntó la joven.
-Mmm … supongo que a la tarde – dijo Cannan también intrigado.
 Entonces, en lo que esperaban al director, los dos muchachos se encargaron de tomar todas las precauciones necesarias para que nada salga mal.
     Cannan le dio algunas indicaciones de cómo sería entrar al portal dimensional, ya que lo había modificado un poco, y en eso le explicó:
 -Ten, ponte estos lentes de contacto.
-Yo no quiero cambiar el color de mis ojos- respondió Brigitte indignada.
-No, criaturita. Mira … estos lentes de contacto no son para eso, estos son para que puedas grabar lo que vives allí adentro. Sería como grabar con lo que conocías como celular, con la diferencia de que te lo colocas en el ojo- le explicó.
-Parezco una tonta- dijo soltando una mínima risa – pero todo es muy nuevo para mí. Parecía ayer, que leía las obras de Ray Bradbury e imaginaba el futuro que hoy me rodea.
-Hablando de eso, nunca hemos charlado sobre aquel día, quisiera saber qué pasó – dijo Cannan.
-Bueno … todo pasó a mediados del año 2022, tenía solo 16 años y me fascinaba mucho todo lo que pasaba en el mundo. En ese año, la empresa norteamericana “SpaceX” lanzó la misión de carga a Marte, para ver si podía ser poblada – dijo Brigitte.
-Jaja, lo que se logró muy bien – comentó Cannan.
-Sí, eso creo – respondió Brigitte con la mirada perdida.
-¡Sigue! ¡No pares! – le dijo Cannan a Brigitte, sacudiendo sus hombros.
-Bueno, bueno … antes solíamos ir con mi hermana a muchos lugares donde no acostumbraban a andar personas.
     Un día, simplemente fuimos por un bosque, y vimos como una especie de colina, entonces decidimos bajar por ella. Al bajar, Gina vio una puerta en un árbol. Nos acercamos y, para sorpresa de las dos, la puerta estaba abierta.
Adentro del árbol se encontraban escaleras que llevaban hacia abajo. Por lo tanto, decidimos bajar con Gina, y encontramos máquinas. En ese momento, yo las reconocí: eran cápsulas criogénicas. Había leído sobre ellas desde que era muy chica.  Empezamos a ver si funcionaban y, para colmo, sí lo hacían. Cada una se metió en cápsulas diferentes. Sin pensarlo, las puertas se cerraron solas, todo comenzó a enfriarse ahí adentro – Brigitte inició un pequeño llanto – lo último que vi, fue la cara de Gina con desesperación.
-No sigas, si no quieres – dijo Cannan, abrazando a Brigitte.
-No, no … después de todo eso, ya sabes como terminó la historia, tu padre nos encontró y nos brindó un lugar muy hermoso para vivir – le respondió a Cannan, mientras se secaba las lágrimas.
       En ese momento tan tenso, se escuchó la puerta y se vio entrar al director Elon Musk, también fundador de SpaceX.
-Buenas tardes – dijo el señor Musk – no estoy interrumpiendo algo, ¿Verdad? -.
-No, no para nada señor. Ya estamos listos – dijo Brigitte algo emocionada.
         Brigitte se metió en el portal para poder hacer la demostración, pero en eso, algo salió mal. Cannan no pudo manejar la carga que se necesitaba para controlar el portal.


        Brigitte despertó en un lugar de su infancia: era la escuela donde iba cuando ocurrió su desaparición.
        En un momento se vio a sí misma entrar por la puerta y sentarse al lado de ella, pero lo más inquietante fue que tenía un espejo frente suyo y no se reflejaba nadie ni nada. Brigitte de repente sintió que estaba en una caja, y empezó a golpear a su alrededor, hasta que bajo la cabeza y se encontró en un lugar muy diferente.
         En este lugar solamente se encontraba ella portando un hacha y un árbol, estaba desolada, no podía comprender nada de lo que sucedía. Entonces, lo más lógico que encontró para hacer fue, sentarse y llorar. Sintió una mano que le tocó el hombro. Era un chico rubio, de ojos color pardo, pálido y muy alto.
-¿Por qué lloras? – le preguntó el chico.
-No sé qué pasa, tengo mucho miedo – respondió Brigitte.
            El chico la agarró de la mano, hizo que Brigitte se levante, y de repente aparecieron en un cuarto con muchos objetos.
 -Mira, es muy bonito ¿No? – le dijo él, mostrándole un gato.
-Sí, está lindo – respondió Brigitte con intenciones de agarrarlo, pero simplemente la atravesó, como si fuese un fantasma.
              El muchacho le seguía mostrando cosas, pero lo que Brigitte no entendía era por qué ella no podía tocar las cosas por ella misma, pero cuando las tenía él, sí las podía tocar con facilidad.
             En un momento él le dijo:
-Me gusta mucho tu nombre.
-Ah, ¿Sí? A ver y … ¿Cómo es mi nombre? – dijo ella.
         El joven buscó un espacio en blanco entre las paredes de la habitación, agarró un pincel y escribió la palabra “SONY”, dejó el pincel en el piso, se dirigió hacia Brigitte y le susurró en el oído:       
              “Sabes que evitando tus problemas, no resuelves nada…”



(Por Malena Calla, de 3°1°)

Presos de la pantalla (Camila Ugarte)

Aguafuertes porteñas del siglo XXI

Presos de la pantalla 

En la actualidad todos o casi todos los seres humanos poseen un aparato tecnológico,  ya sea una tablet, una computadora de escritorio (o en mayor medida portátil), un celular último modelo, etc. Cada persona lo usa una gran cantidad de horas, unos por trabajo, otros por placer y otros por adicción.
En mi humilde opinión, los ya nombrados aparatos se vuelven una droga para los seres humanos, es  una necesidad para poder vivir, como el aire que respiran, se olvidan que afuera de esa pantallita tan milagrosa, hay un mundo inmenso y maravilloso por explorar, pero no, ellos prefieren explorar las redes sociales, los videos graciosos y los jueguitos adictivos.
Estos adictos no se dan cuenta de su problema, pasan horas y horas pendientes de si alguien se dignó a escribirles, si recibieron algún like, si alguien quiere ser su amigo en una absurda red social, la cual según ellos es como la vida real,  la cantidad de amigos que tengas se basa en qué tan buena, popular y conocida persona sos.
Seguramente vos, mi querido lector, te debes  estar preguntando:"Y  vos que lo escribís desde afuera, ¿no sentís esa necesidad  de usar los maravillosos aparatos tecnológicos?", a lo cual yo les respondo que sí. Como lo dije anteriormente, todos los seres humanos poseen al menos uno, y yo los poseo, no soy un alienígena, soy humana, pero no los utilizo como lo hacen las personas que tanto halago, los uso como lo estoy haciendo en este instante, escribiendo este texto, los uso pero para escuchar música, leer, comunicarme con mis seres queridos, buscar información en gran medida, aunque debo admitir que soy partícipe de las redes sociales, partícipe, pero ellas no me atrapan , porque si nunca se lo habían planteado eso es lo que son, redes, te atrapan, no te dejan libre, te enredan como telarañas, y ahí vos y todos caen en su trampa, se apoderan de vos, te utilizan para que necesites estar ahí, necesites ser presa de ellas, no puedas soltarlas ni aunque lo quieras, yo no me enredo, no me dejo atrapar por las garras de este tenebroso monstruo, lo uso, pero a mi gusto, puedo estar sin él. Vivo mi vida en la vida real, no a través de un fantástico aparato, sino con mis ojos, mi propio yo, con mi cuerpo en el lugar, en vivo y en directo. No lo miro por una fotografía, tomo un café con mis amigos y les cuento qué hay de nuevo, no lo hago por WhatsApp, voy a una plaza y aunque suene infantil me subo a las hamacas, corro, juego a la rayuela, me tiro por el tobogán, para mí eso es mucho mejor que un juego de un celular o tableta. Digo lo que pienso en persona, no en los caracteres que se me permiten usar en Twitter, tengo pareja pero en vez de conocerlo por Match o Badoo, lo conocí en una fiesta de cumpleaños,  sí, en un patio de una casa, no en una pantalla.
La sociedad de hoy en día solo se basa en lo que sucede en el mundo mágico de las redes sociales, vas a algún lugar de comida rápida o incluso a un lujoso restaurant y están ahí, presos en sus salvavidas sociales, con la mirada fija y penetrante, clavada en sus hermosos cuadrados con vidrio, ambos especímenes humanos se encuentran mudos, escribiendo o sacando fotos a la comida que según sus estados disfrutan y comparten en pareja o con amigos, pero lo único que comparten es una foto vacía e insignificante de cómo desperdician la vida, su vida la que no es vivida, porque están cegados  gracias a la majestuosa además de oscura tecnología y “vida” social.
Eso es lo que son, presos, están presos, no disfrutan su libertad, la libre expresión mucho menos, porque todas sus publicaciones contienen mensajes vacíos y repletos de un sinsentido avasallante, no tienen sentimientos, no les importa que lo que suben signifique algo para las demás personas o para ellos mismos, les importa qué tan comercial sea, cuantos likes alcance, cuántas personas quieran seguirlos después de su post, como dicen ellos, queriéndose hacer los súper blogglers y milenials.
Caen, ellos mismos se dejan caer, al vacío mundo de la red social. A mi parecer, en un principio elegís la red social que querés utilizar, pero al pasar los días, incluso meses, no podés escapar de ella, el monstruo ya te tiene en su poder, y dependés completa y absolutamente de él, cada día, cada hora, cada segundo , te volvés más y más preso de él y de su cárcel sin salida, quizá si puedas escapar. Pero si nunca te das cuenta de que estas preso, ¿realmente podés salir?.

(Por Camila Ugarte, de 6°1°)



Conversaciones y perfumes baratos (Sara Cari)

Aguafuertes porteñas del siglo XXI

Conversaciones y perfumes baratos

El otro día, viajando en el tren, me crucé con dos señoras muy peculiares, y no me refiero a aspecto físico,  porque si hablamos de eso podría decir que ambas parecían dos ogros con demasiado maquillaje barato, puesto que intentaban cubrir sus pronunciadas arrugas e incluso una de ellas llevaba un nido en la cabeza y de lejos se podía ver el mal teñido. Estas señoras eran peculiares por su rara forma de hablar, pero no es que llevaran algún acento particular, es que hablaban tan mal de las personas que parecía que hasta quisieran su muerte. Si uno se ponía a escuchar bien, se oía cómo decían “porque fulanito le fue infiel a fulanita, si yo fuera ella ya lo habría matado” o “mi hija sale con ese vago que es un bueno para nada”; pero por favor señoras, esos temas son personales, cada quien elige que hacer con su desdichada vida.
Más allá de eso, me sorprendió cómo podían hablar de tantos temas variados sin marearse. A veces incluso parecía un trabalenguas o que estuviesen mezclando más de un idioma. Todo lo que decías o discutían acababa siempre de la misma manera: “Y bueno, si Dios lo quiere, así será”. Era como el dicho “todos los caminos conducen a Roma”.
Durante todo el viaje, que duró aproximadamente una hora y media, cada vez que alguien se paraba al lado se llevaba una mirada de desprecio como si esas dos fueran Medusa intentando convertir a cualquiera en piedra. Además, las dos iban sentadas en un vagón que parecía una lata de atún, y si llegabas siquiera a rozarlas te decían que cómo te atrevías a tocar a una dama de esa forma y te lo repetían insaciablemente. 
La peor parte del viaje fue cuando teníamos que bajar. Casi todos bajaban en la misma estación y las “damas” no eran la excepción. Las loras comenzaron a desvestirse en medio del tren y, como había empezado a hacer calor, el aroma a transpiración mezclado con un perfume de rosas barato comenzó a sentirse por todo el lugar. Al parecer las señoras no se dieron cuenta de que todo el mundo les pedía que no siguieran poniéndose perfume ya que ambas se encargaron de inundar el tren con el mismo.
Cuando por fin llegamos a destino, nos libramos de las conversaciones inapropiadas y de los aromas extravagantes de ellas. Se podía sentir el aire fresco y a lo lejos se veía cómo se alejaban rumbo quién sabe dónde, pero siempre dejando un rastro de su peculiar perfume.
Quizá hacia donde ellas vayan se encuentren con más personas de su clase o incluso peores que ellas. Cuidado señoras, seguramente se crucen por ahí otras cotorras que hablan mal de ustedes y que tengas una fragancia incluso más fuerte que el de las rosas. 

(Por Sara Cari, de 6°1°)

Bajo dependencia (Nicole Armijos Quizhpe)

Aguafuertes porteñas del siglo XXI

Bajo dependencia

Ese sujeto parece haber hallado en aquel objeto todo un pozo de sabiduría, digo yo, por algo lo mira con tanta minuciosidad.
Llevo alrededor de cinco horas sentada en el césped de este espléndido parque, admirando su belleza y familiarizándome con el lugar y, lo único que he visto que permanece inalterable, es la posición del hombre frente a su celular. El tipo tiene cara de “estoy hecho polvo”; sin embargo, eso no lo detiene de continuar con su fascinante labor de mover sus dedos frenéticamente sobre la pantalla del aparato. ¿Qué tendrá de encantador un simple objeto con forma rectangular? ¿Serán las vibraciones que alertan de un mensaje? ¡Ya sé!, tal vez sean esos dibujitos que puedes utilizar para chatear los que lo tienen ensimismado. Digo yo, podría ser.
Se acaba de parar y se dirige hacia un semáforo. Pff, pensé que nunca se levantaría. ¡Pero mírenlo!... al final va a ser que el hombre si puede estar dos segundos sin el celular. Lo guarda en su bolsillo. Ay, no. El tipo saca de nuevo el aparatejo. ¿Es que acaso no ve que está por cruzar la calle? ¡Ya sé!, tal vez el celular le indique cuando debe cruzar.               Digo yo, podría ser.
Mmm, llegamos a un restaurante… Sí, digo llegamos porque lo seguí hasta aquí. El extraño sujeto me llamó tanto la atención, que decidí seguirlo. Oh, está con alguien. Creo que es su novia. Sí, sí lo es, porque se acaban de besar. Él le hace la silla hacia atrás, como todo un caballero y, ella toma asiento sonriendo. ¿Llevarán mucho tiempo saliendo? ¿Cómo se habrán conocido?
Ay, no. Ya sacó su celular de nuevo. ¿Qué tan importante será lo que sea que esté haciendo? ¿Acaso estará escribiendo a su amante? ¡Ya sé! Contrató una serenata para su novia y le acaban de avisar que están por llegar. Digo yo, podría ser.
Oh, mírenla. La novia también está utilizando el celular. Sonríe tanto que cualquiera llegaría a pensar que está en el cielo. Y tal vez lo esté, porque tanto ella como el novio están utilizando el aparatito mientras sus ojos se iluminan como grandes luceros.
Ya están por cenar. Pero me aburrí de verlos, así que decidí observar el resto del lugar. Y bueno, la situación en la que se encuentran las demás personas no es tan diferente al paradigma de la pareja. Unos hablando, otros en video-llamadas y el resto chateando. Pero todos en el celular.
Mmm, no sé… tengo la sensación de haberme saltado una importante página de un libro. ¿Acaso estamos en una época donde ya no se dialoga formalmente? ¿Será que soy la única que no está enterada de un nuevo método de comunicación? Ya sé, tal vez me teletransporté al futuro y estoy viviendo en un mundo donde ya no hace falta hablar más en persona. Digo yo, podría ser. No, no. Si yo conozco esta famosísima invención tecnológica… el celular.
¡Carámbanos y centellas! El camarero se acaba de tropezar… ¿Adivinen qué es lo que andaba mirando en su mano derecha?

(Por Nicole Armijos Quizhpe, de 6°1°)

Nada el pájaro y vuela el pez (Camila Albornoz)

Relatos satíricos

Nada el pájaro y vuela el pez 

Sentado en la mesa de la cocina, al lado de la mesada mientras se hace la comida para la noche, espera Dylan a que su esposo llegue para la cena familiar. Está pensativo. Piensa en cómo tomar las cosas, no puede asimilarlas. Es su hijo. Su hijo le está quemando la cabeza. Un par de horas antes, le confesó que es heterosexual. Era algo que sospechaba, por muchas actitudes que vio, pero nunca creyó que llegaría el día en que fuera a salir todo a la luz.
Y sí, empezó a darse cuenta en la niñez Valentín. Cuando estaban todos los nenes jugando a las muñecas él se negaba a ir con ellos. “Quiero jugar al fútbol, papá”. Esa frase la repitió por varios meses. Pero, ¿por qué? Era algo a lo que sólo jugaban las chicas, siempre se pateaban mucho y eran bastante violentas. “¿Por qué mi hijo quiere ser así? Tan femenino…” pensaba.
Y las cosas siguieron. Toda la vida Dylan supo que su hijo era diferente. Se juntaba con todas las mujeres en su clase, iba con ellas a jugar videojuegos, ver películas violentas y no quería nada rosa. No quería maquillaje, no quería accesorios, no quería ver películas románticas con sus amigos ni nada de eso. Nada de todo lo que para él eran cosas de hombres. Quería hacer lo contrario. ¿Cómo iba a ser en un futuro con esas actitudes? No podría ser el amo de casa como lo de costumbre. Querría salir a trabajar como lo hacen las mujeres…  Para su padre, esto del masculinismo le estaba lavando la cabeza.
A Dylan nunca le pareció que su hijo formara parte de este movimiento, consideraba todo muy revolucionario cuando las cosas estaban bien. Porque claro, estaba perfecto que una mujer gane más, porque se esfuerza más, es el sexo fuerte. Y si un hombre era violado, era por cómo iba vestido y por no ir acompañado. Era su lógica. Pero decir esas cosas enfurecía a Valentín y todas las comidas familiares terminaban en discusiones. Cada domingo Dylan iba a la iglesia y le rezaba a Diosa que su hijo se calme, que sea como todos los hombres normales, porque si no, no iba a llegar al cielo. Esos hombres que salían a la calle sin corpiño reclamando igualdad no eran lo que él quería para su hijo.
Pero a su vez, era la persona que él más amaba. Le cambió los pañales, lo crio, sabe que lo que más le importa es que él esté bien y entiende lo difícil que debió haber sido tomar la decisión de confesárselo. No le parece correcto, obviamente. Porque lo normal es que dos personas del mismo sexo estén juntas, no de distintos. ¿Cómo se lo iba a decir al resto de su familia? ¿Cómo lo iban a mirar las demás personas de la iglesia? ¿Qué tanto acoso iba a sufrir en el colegio a partir de esta declaración? Era imposible saberlo.
Después de un rato, se levantó de su lugar y caminó hacia la habitación de Valentín. Golpeó la puerta un par de veces y luego entró. Lo vio sentado en el piso, con la mirada triste. Se dio cuenta de lo sucedía, se disculpó por haber reaccionado mal en un principio, y le dijo que lo iba a apoyar en cualquier decisión que lo haga feliz, a pesar de todo, y que lo defendería siempre contra quien sea. Valentín se puso contento. Por fin podría ser quién es sin ocultarse, salir del closet fue difícil pero lo logró. El masculinismo lo ayudó a enfrentar sus miedos, a ser como es y seguirá luchando contra el matriarcado y la heterofobia, para que más chicos como él se puedan sentir libres con cómo son sin estereotipos de género, ni la iglesia en contra de ellos. La igualdad no era una opción.

(Por Camila Albornoz)

El gran cambio (Bautista Fusto)

Cuentos de ciencia ficción El gran cambio    24 de octubre de 2013.Buenos Aires, Argentina Día nublado. Seguramente llueva. Caminaba...