Relatos de ciencia ficción
Aquel día
“Sabes que evitando tus problemas no resuelves nada…”
-¿Qué sentiste Brigitte? – le preguntó Cannan .
-No sé cómo explicarlo, pero… Tuve mucho miedo – dijo Brigitte.
-¿Cómo que miedo? ¿Qué pasó ahí adentro? – le preguntó muy angustiado.
-No quisiera hablar de eso hoy -respondió Brigitte, casi sin ganas de mirar a Cannan.
Brigitte se dirigió hacia su casa, pensando en lo que vio a la hora de entrar en el portal dimensional. Entrando, vio a su hermana sentada mirando televisión. En eso, la hermana se dio cuenta de que llegó Brigitte, y se lanzó hacia ella para llenarla de abrazos y besos.
-¡Hermanita!- dijo Gina, la hermana menor de Brigitte .
-¿Cómo estás dulzura?- le preguntó cariñosamente a la hermana.
-Bien, pero cuéntame que se sintió entrar allí; dime qué pasó; quiero saberlo todo- dijo Gina muy ansiosa.
-Bueno … no creo que sea conveniente contarte, pero estuvo increíble la experiencia -sonrió y se fue a su habitación, muy cansada.
Brigitte cerró la puerta de su alcoba y se recostó en su cama, tapándose la cara con la almohada.
A la mañana siguiente se dirigió para su trabajo, y al entrar se encontró con Cannan muy emocionado. Entonces, se acercó a él y le dijo, con una pequeña sonrisa:
-Oye, ¿Qué pasa? ¿Por qué tan feliz?
-Me habló el director, le comenté del progreso del proyecto, y también mencionó que lo quería ver con sus propios ojos- respondió algo nervioso.
-¡Ah, que bien!- expresó Brigitte, saltó y abrazó a Cannan- Y… ¿Como a qué hora va a venir el director? – preguntó la joven.
-Mmm … supongo que a la tarde – dijo Cannan también intrigado.
Entonces, en lo que esperaban al director, los dos muchachos se encargaron de tomar todas las precauciones necesarias para que nada salga mal.
Cannan le dio algunas indicaciones de cómo sería entrar al portal dimensional, ya que lo había modificado un poco, y en eso le explicó:
-Ten, ponte estos lentes de contacto.
-Yo no quiero cambiar el color de mis ojos- respondió Brigitte indignada.
-No, criaturita. Mira … estos lentes de contacto no son para eso, estos son para que puedas grabar lo que vives allí adentro. Sería como grabar con lo que conocías como celular, con la diferencia de que te lo colocas en el ojo- le explicó.
-Parezco una tonta- dijo soltando una mínima risa – pero todo es muy nuevo para mí. Parecía ayer, que leía las obras de Ray Bradbury e imaginaba el futuro que hoy me rodea.
-Hablando de eso, nunca hemos charlado sobre aquel día, quisiera saber qué pasó – dijo Cannan.
-Bueno … todo pasó a mediados del año 2022, tenía solo 16 años y me fascinaba mucho todo lo que pasaba en el mundo. En ese año, la empresa norteamericana “SpaceX” lanzó la misión de carga a Marte, para ver si podía ser poblada – dijo Brigitte.
-Jaja, lo que se logró muy bien – comentó Cannan.
-Sí, eso creo – respondió Brigitte con la mirada perdida.
-¡Sigue! ¡No pares! – le dijo Cannan a Brigitte, sacudiendo sus hombros.
-Bueno, bueno … antes solíamos ir con mi hermana a muchos lugares donde no acostumbraban a andar personas.
Un día, simplemente fuimos por un bosque, y vimos como una especie de colina, entonces decidimos bajar por ella. Al bajar, Gina vio una puerta en un árbol. Nos acercamos y, para sorpresa de las dos, la puerta estaba abierta.
Adentro del árbol se encontraban escaleras que llevaban hacia abajo. Por lo tanto, decidimos bajar con Gina, y encontramos máquinas. En ese momento, yo las reconocí: eran cápsulas criogénicas. Había leído sobre ellas desde que era muy chica. Empezamos a ver si funcionaban y, para colmo, sí lo hacían. Cada una se metió en cápsulas diferentes. Sin pensarlo, las puertas se cerraron solas, todo comenzó a enfriarse ahí adentro – Brigitte inició un pequeño llanto – lo último que vi, fue la cara de Gina con desesperación.
-No sigas, si no quieres – dijo Cannan, abrazando a Brigitte.
-No, no … después de todo eso, ya sabes como terminó la historia, tu padre nos encontró y nos brindó un lugar muy hermoso para vivir – le respondió a Cannan, mientras se secaba las lágrimas.
En ese momento tan tenso, se escuchó la puerta y se vio entrar al director Elon Musk, también fundador de SpaceX.
-Buenas tardes – dijo el señor Musk – no estoy interrumpiendo algo, ¿Verdad? -.
-No, no para nada señor. Ya estamos listos – dijo Brigitte algo emocionada.
Brigitte se metió en el portal para poder hacer la demostración, pero en eso, algo salió mal. Cannan no pudo manejar la carga que se necesitaba para controlar el portal.
Brigitte despertó en un lugar de su infancia: era la escuela donde iba cuando ocurrió su desaparición.
En un momento se vio a sí misma entrar por la puerta y sentarse al lado de ella, pero lo más inquietante fue que tenía un espejo frente suyo y no se reflejaba nadie ni nada. Brigitte de repente sintió que estaba en una caja, y empezó a golpear a su alrededor, hasta que bajo la cabeza y se encontró en un lugar muy diferente.
En este lugar solamente se encontraba ella portando un hacha y un árbol, estaba desolada, no podía comprender nada de lo que sucedía. Entonces, lo más lógico que encontró para hacer fue, sentarse y llorar. Sintió una mano que le tocó el hombro. Era un chico rubio, de ojos color pardo, pálido y muy alto.
-¿Por qué lloras? – le preguntó el chico.
-No sé qué pasa, tengo mucho miedo – respondió Brigitte.
El chico la agarró de la mano, hizo que Brigitte se levante, y de repente aparecieron en un cuarto con muchos objetos.
-Mira, es muy bonito ¿No? – le dijo él, mostrándole un gato.
-Sí, está lindo – respondió Brigitte con intenciones de agarrarlo, pero simplemente la atravesó, como si fuese un fantasma.
El muchacho le seguía mostrando cosas, pero lo que Brigitte no entendía era por qué ella no podía tocar las cosas por ella misma, pero cuando las tenía él, sí las podía tocar con facilidad.
En un momento él le dijo:
-Me gusta mucho tu nombre.
-Ah, ¿Sí? A ver y … ¿Cómo es mi nombre? – dijo ella.
El joven buscó un espacio en blanco entre las paredes de la habitación, agarró un pincel y escribió la palabra “SONY”, dejó el pincel en el piso, se dirigió hacia Brigitte y le susurró en el oído:
“Sabes que evitando tus problemas, no resuelves nada…”
(Por Malena Calla, de 3°1°)
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