Aguafuertes porteñas del siglo XXI
Militincheo en las parejas de hoy
Tincho y Mili suelen ser algo... intensos, se podría
decir. Ellos se aman muchísisisimo, y eso lo saben todos, ya que son como un
enorme cartel que grita: "Miren, estamos juntos y nos amamos, somos
felices y ninguno es cornudo". Sé, ¡dale!
A ellos los ves en cumpleaños, bondis, trenes, plazas, colegios,
trabajo, universidad, en fin, uno nunca se salva de los Tinchos y las Milis,
porque ellos suelen ser intensos.
Vayas donde vayas, los reconocés. Tincho siempre con su
característico jopo, incluso a veces con gorras, castaños, rubios, pelirrojos,
quién sabe; mirada despectiva, nunca pierde la oportunidad de rebajarte de
"nivel", y demostrar que es el mejor, sí, ¡el mejor imbécil! Oh, y no
nos olvidemos de Mili, la gran Mili, la gran diva, con su pelo siempre
perfecto, presumida e irritante por demás, debo decir, en su lista de
prioridades vas a encontrar novio, pelo y ropa en el 'Top Tres' seguro.
Jamás se pelean. jamás, he dicho. Ellos son la pareja perfecta, la
pareja de las parejas. Ellos se celan, mucho, pero les encanta, es algo... que
demuestra el infinito amor que se tienen. Son infantiles, no importa si ya
tienen más de treinta años y van por el cuarto hijo, no hay un límite de edad
para ser Mili o Tincho.
Las redes sociales forman gran parte de su vida: es muy pero muy
importante publicar testamentos sobre su gran amor, y ¡ojo!, si uno publica
algo, el otro también debe hacerlo, no vaya a ser cosa que la gente piense que
no se quieren lo suficiente, ni sean la gran pareja perfecta que se ama mucho,
mucho.
Los verás paseando de la mano, sonriéndose, dándose besos, abrazos,
sacándose fotos, como prueba, claro; así, después figura en el mundo de las
redes sociales su gran amor, ese que hay que "envidiar", el amor rosa
y sofisticado, cliché, careta, digo, cariñoso, lindo, bonito, empalagoso, que
te dan ganas de vomitar, digo, de tener.
En fin, un día Tincho deja de seguir a Mili en Instagram, los dos se
proponen seguir con su vida, van al gym, mejoran como personas... Pero, un día,
no muy lejano, al final del camino se reencuentran, y vuelven a Militinchar,
felices para siempre.
Por Camilia Sanabria, de 6°1°
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