Aguafuertes porteñas del siglo XXI
En la actualidad todos o casi todos los seres humanos poseen un aparato tecnológico, ya sea una tablet, una computadora de escritorio (o en mayor medida portátil), un celular último modelo, etc. Cada persona lo usa una gran cantidad de horas, unos por trabajo, otros por placer y otros por adicción.
En mi humilde opinión, los ya nombrados aparatos se vuelven una droga para los seres humanos, es una necesidad para poder vivir, como el aire que respiran, se olvidan que afuera de esa pantallita tan milagrosa, hay un mundo inmenso y maravilloso por explorar, pero no, ellos prefieren explorar las redes sociales, los videos graciosos y los jueguitos adictivos.
Estos adictos no se dan cuenta de su problema, pasan horas y horas pendientes de si alguien se dignó a escribirles, si recibieron algún like, si alguien quiere ser su amigo en una absurda red social, la cual según ellos es como la vida real, la cantidad de amigos que tengas se basa en qué tan buena, popular y conocida persona sos.
Seguramente vos, mi querido lector, te debes estar preguntando:"Y vos que lo escribís desde afuera, ¿no sentís esa necesidad de usar los maravillosos aparatos tecnológicos?", a lo cual yo les respondo que sí. Como lo dije anteriormente, todos los seres humanos poseen al menos uno, y yo los poseo, no soy un alienígena, soy humana, pero no los utilizo como lo hacen las personas que tanto halago, los uso como lo estoy haciendo en este instante, escribiendo este texto, los uso pero para escuchar música, leer, comunicarme con mis seres queridos, buscar información en gran medida, aunque debo admitir que soy partícipe de las redes sociales, partícipe, pero ellas no me atrapan , porque si nunca se lo habían planteado eso es lo que son, redes, te atrapan, no te dejan libre, te enredan como telarañas, y ahí vos y todos caen en su trampa, se apoderan de vos, te utilizan para que necesites estar ahí, necesites ser presa de ellas, no puedas soltarlas ni aunque lo quieras, yo no me enredo, no me dejo atrapar por las garras de este tenebroso monstruo, lo uso, pero a mi gusto, puedo estar sin él. Vivo mi vida en la vida real, no a través de un fantástico aparato, sino con mis ojos, mi propio yo, con mi cuerpo en el lugar, en vivo y en directo. No lo miro por una fotografía, tomo un café con mis amigos y les cuento qué hay de nuevo, no lo hago por WhatsApp, voy a una plaza y aunque suene infantil me subo a las hamacas, corro, juego a la rayuela, me tiro por el tobogán, para mí eso es mucho mejor que un juego de un celular o tableta. Digo lo que pienso en persona, no en los caracteres que se me permiten usar en Twitter, tengo pareja pero en vez de conocerlo por Match o Badoo, lo conocí en una fiesta de cumpleaños, sí, en un patio de una casa, no en una pantalla.
La sociedad de hoy en día solo se basa en lo que sucede en el mundo mágico de las redes sociales, vas a algún lugar de comida rápida o incluso a un lujoso restaurant y están ahí, presos en sus salvavidas sociales, con la mirada fija y penetrante, clavada en sus hermosos cuadrados con vidrio, ambos especímenes humanos se encuentran mudos, escribiendo o sacando fotos a la comida que según sus estados disfrutan y comparten en pareja o con amigos, pero lo único que comparten es una foto vacía e insignificante de cómo desperdician la vida, su vida la que no es vivida, porque están cegados gracias a la majestuosa además de oscura tecnología y “vida” social.
Eso es lo que son, presos, están presos, no disfrutan su libertad, la libre expresión mucho menos, porque todas sus publicaciones contienen mensajes vacíos y repletos de un sinsentido avasallante, no tienen sentimientos, no les importa que lo que suben signifique algo para las demás personas o para ellos mismos, les importa qué tan comercial sea, cuantos likes alcance, cuántas personas quieran seguirlos después de su post, como dicen ellos, queriéndose hacer los súper blogglers y milenials.
Caen, ellos mismos se dejan caer, al vacío mundo de la red social. A mi parecer, en un principio elegís la red social que querés utilizar, pero al pasar los días, incluso meses, no podés escapar de ella, el monstruo ya te tiene en su poder, y dependés completa y absolutamente de él, cada día, cada hora, cada segundo , te volvés más y más preso de él y de su cárcel sin salida, quizá si puedas escapar. Pero si nunca te das cuenta de que estas preso, ¿realmente podés salir?.
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