jueves, 30 de noviembre de 2017

"La tierra maquinaria" (cuento de ciencia ficción)

La tierra maquinaria (Micaela Guiraldes, de 3°1°)



Estaba en trance, completamente aislada de su entorno.
Aquellos ruidos en el restaurante como, el de los autos pasando del otro lado de la puerta, el parloteo de la gente o algunos de los mozos gritando la orden, no la estorbaban en lo más mínimo. Alguien ajeno podría asegurar que su mirada —puesta en la misma nada— aterrorizaba, pues parecía una maníaca. La gente que integraba las mesas cercanas se alejaban de ella intimidada. 
Su hamburguesa sólo tenía un pequeño mordisco y hacía tres minutos jugaba con su ensalada de pepino. 
Para Demian, la joven —quien aparentaba tener unos 15 años— no parecía ser aterrorizante, sino, más bien intrigante, puesto que parecía no temerle a nada.
Su cabello era corto, ondulado y grisáceo, debido al polvo que traía este, su piel era blanca y sus labios corales. Traía lo que parecía ser una bata de hospital, que, al igual que su cabello, traía polvo, estaba completamente sucia y bastante rasgada.

— Oye, ¿estás bien? —.Demian acercó su silla un poco más a la ajena, no fue nada cauteloso mientras la observaba así que, sin más, se limitó a preguntar por ella.
El tenedor que la extraña joven mantenía en su mano derecha empezó a vibrar doblándose de manera lenta mientras que la chica, al igual que el tenedor, comenzaba a ponerse completamente roja, ella parecía estar furiosa por alguna razón.

Él no se asustó, mantenía la mirada en el tenedor tanto como la chica en su plato de ensalada. El tenedor se detuvo, ella paró, pero repentinamente sin consentimiento de la joven, voló hacia el techo, clavando en este sus cuatro dientes lo más profundo posible.
Quien se encontraba asustada ahora era ella. Observó con miedo inmediatamente al joven Demian, que sólo se limitó a sonreír simpáticamente. Los expectantes, o más bien los clientes y los que trabajaban en aquel restaurante de clase media se fueron corriendo a gritos sin mirar atrás, dejando completamente solos a la extraña chica y a Demian.
Pudo observar en el camisón de ella que llevaba una pequeña plaqueta con un nombre puesto en él, decía: "Melissa" Tuvo muchos remordimientos en sí mismo, uno de ellos: ¿Realmente era su nombre?

— ¡Eres uno de ellos! — "Melissa" asustada, se levantó de la silla e intentó correr hacía la puerta, pero una mano sujetó con fuerza su muñeca impidiendo su escape.

— Soy como tú, tranquila. ¿De dónde vienes?

— Acabo de escapar del hospital, los hombres de Rottenford me tenían internada hace meses, hace años soy su experimento social.

— Tranquila, yo escapé de ellos hace años, puedes estar segura conmigo. Debemos irnos, deben estar buscándote. Por cierto, me llamo Demian ¿Y tú?

— No lo sé, jamás me dijeron. Desde pequeña me tenían encerrada en un laboratorio de investigación y...

— Te diré Melissa.

Ambos salieron corriendo del restaurante. Mientras Mel corría, observaba los edificios, los negocios, la vestimenta de la gente. ¿Qué rayos había sucedido luego de su última vez como ciudadana común y corriente? 
El futuro había llegado y con él, sus consecuencias. Demian las tenía en frente suyo: nadie se miraba a los ojos, nadie se saludaba, los niños no jugaban, no había perros jugando en la plaza, de hecho, no había plazas ya. Ya no era la tierra, el mundo no podría ser este.
La sirena policial desde algún lado de la ciudad hacía que Melissa se desconectara de sus pensamientos, no sabía qué era lo que realmente la asustaba, si el cambio para peor del planeta, o el pelotón de policías en algún lado, buscándolos. 
La tecnología avanzó dominando las mentes humanas, convenciendo de que el avance tecnológico es beneficiario y satisfactorio para el entretenimiento y los labores.
Mark Rottenford era el creador de todo lo que destruía la humanidad, y ver el simple acto de que un humano ya no se tome la molestia de tirar un desecho en el cesto de basura, porque se han creado humanoides que recogen basura convirtiéndola en metal, realmente lo complacía. 
¿Por qué un humano quiere acabar con la humanidad? Nadie lo sabe. Melissa no sólo quería librarse de las manos de sus hombres, sino, acabar con el mismísimo Mark. Y no solo ella, miles de experimentos humanos supernaturales como ella lo desean.

Mark creó a los E.H.S para acabar con los humanos siendo estos útiles como su ejército y los humanoides como “La nueva población” 
Hipotéticamente los E.H.S eran una amenaza secreta para la humanidad y cada uno de estos experimentos humanos sabían de su función, aunque muchos de ellos luchaban contra ellos mismos para ser simplemente parte de la sociedad. 

— Tal vez, si nos escondemos dentro de algún negocio no puedan encontrarnos. Y deberíamos ir con el ejército E.H.S — Comentó Melissa mientras no paraba de correr. 

Demian repentinamente dejó de correr deteniéndose detrás de ella, sacó una navaja de uno de los bolsillos de su pantalón y aprovechó el momento en el que Melissa aún no se volteaba para apuñalarla en la costilla izquierda. 
Como anteriormente, la gente gritó espantada, apartándose de la escena. 
La policía se aproximaba, el primer oficial en llegar suspiró observando la escena. 

— Creí que no era necesario, Sinclair.

— Tenía mucho poder, solo le quedaban días para ser una más de ellos. 
Deberíamos apurarnos, hay muchos más que pronto —sin saberlo — se convertirán en los esclavos de Mark, no perdamos tiempo. Iremos por el ejército que enfrentará a Rottenford esta noche, si llego a convertirme... — Demian le dio su más preciado elemento, su navaja. — No lo dudes, acaba con cualquier amenaza.

— Sinclair.

— Nos veremos, John.

"Berenice" (cuento de Candela Sanabria)

Consigna: 
Escribir un cuento en relación intertextual con los mitos leídos. En este caso, se escribió un cuento siguiendo el camino del héroe.

Berenice

(Candela Sanabria, de 4°3°)

El pueblo Sol Naciente fue creado por Benito, tatarabuelo de Berenice, porque su esposa le pidió una isla. Entonces él fue a recorrer, y encontró un lugar hermoso, con una fuente bellísima. Al ver que estaba algo destruida, se quiso quedar igual. Sentía que había algo especial. Como tenía una admiración por su esposa, llamó a la tierra “Aurora Sol Naciente”.

Benito, para quedarse con la tierra, pagó con secretos: se callaba si le daban los papeles de la tierra, aunque Berenice no supo qué secretos, ¡si Benito recién llegaba! Al pasar el tiempo, construyó un hermoso pueblo.

Al pasar los años, llegó otro hombre que creó otro pueblo llamado Terracota, pues no era muy amigable. 
Aurora y Benito tuvieron un hijo llamado Julián que luego de su padre quedó al cuidado del pueblo y fue muy bueno. Su padre, antes de morir, dejó su reloj (el cual siempre fue dado al que cuidaría el pueblo). 
Julián tuvo dos hijas con Zara, una chica que conoció en el pueblo: Lebrón y Aron. Lebrón quiso ir a ver unas tierras y creó su propio pueblo, que hoy es vecino de Aurora Sol Naciente. Su pueblo se llamó Cayfar. Entonces quedó Aron como el próximo cuidador del pueblo.

Aron conoció una bella mujer llamada Tomasa, que con su cabello lacio lo cautivó. Una vez que Julián envejeció, no pudo seguir cuidando el pueblo, y Aron lo cuidó.

Aron tuvo dos hijas: la mayor, Berenice y la menor, Zoe. Todo iba bien hasta que un día dieron la noticia de que Aron había muerto con un accidente de fuego. Quedó Berenice para cuidar el pueblo, ya que ella era la mayor.

Berenice despertó como un día normal: estudiar, andar en caballo, practicar con su espada o flecha, pero llegó el cartero, quien tocó la puerta que Berenice abrió. El cartero llevaba puesta una gorra y se la sacó. “Su padre ha fallecido”, le dijo. Cuando Berenice escuchó, se desplomó, cayó al piso. El cartero (que mucho no lo parecía, por cómo estaba vestido) le dio la mano. “Su padre me dio esto para usted”. Dijo para irse muy rápido y desaparecer. 
La noticia llegó a todo el pueblo y también a los pueblos vecinos (Tierra Colorada, Cayfar, Cielo Oscuro y Terracota). Lebrón estaba muy sorprendido, no podía creer que su hermano había muerto.

Berenice estaba en su cuarto, cuando vio lo que su padre le dejó: una carta con el reloj que él siempre llevaba.

Ahora que Julián falleció todos querían el pueblo y más con la fuente de la sabiduría, ya que al que se bautizara ahí le iría muy bien siempre, pero cualquiera no la podía usar, pues el que fuera malo la podría ensuciar.

Ahora que no había un hombre para cuidar el pueblo, todos lo querían, pero Berenice se levantó e hizo muchas cosas (ayudó a los más pobres, a los que necesitaban algo). Ayudó al pueblo para que vieran que era capaz de cuidar el pueblo.

La carta que le dejó su padre decía que ella quedaría a cargo y que cuidase bien su reloj.

Cuando ella estaba ayudando a alguien le hicieron una trampa. 
Hicieron creer que estaba haciendo algo malo.

Estaba en su habitación pensando y tenia el reloj, cuando empezó a tocarlo y de repente estaba en otro lado, estaba en una habitación oscura. Vio a su padre, hablando con el cartero mientras le daba la carta y el reloj para su hija, pero la casa estaba prendida fuego. entonces se fue. Berenice se había dormido y creyó que era un sueño.

Al otro día volvió a tocar el reloj y se dio cuenta  de que lo que vio el día anterior no fue un sueño. Por eso su bis bis abuelo había pagado con secretos.

El reloj tenía un tiempo de uso: solo se podía usar una vez al día.

Berenice entonces comenzó a ver por día lo que le sucedió a su padre y se enteró lo peor. Su padre no tuvo un accidente, sino que los gobernantes de los pueblos vecinos le tendieron una trampa, pero él lo sabía. "Cuando mandó la carta me dio su reloj (me pasó el reloj para que yo cuidara el pueblo)." Lo encerraron y lo quemaron. 
Berenice entrenó por unos meses para luchar contra los pueblos. Junto con su tío Lebrón fueron a combatir, primero al gobernante de Cielo Oscuro. Lo vencieron, pero él les contó todo y dijo que no había sido parte, que ellos le dijeron que era una reunión. Berenice lo verificó y era verdad.

Se unieron al gobernante de Cielo Oscuro, Raúl. Y fueron a combatir a las tierras de Terracota y Tierra Colorada.

Luego de vencerlos, Berenice fue como una heroína para el pueblo, porque los pudo vencer y traer nuevos gobernantes más humildes y demostró que una mujer también puede ser valiente y gobernar como un hombre.

lunes, 20 de noviembre de 2017

"Dédalo, el arquitecto" (relato de Ramiro Castillo, de 4°1°)

Consigna:
Escribir un cuento en relación intertextual con alguno de los mitos y leyendas leídos (en este caso, se escribió a partir del el mito  griego del minotauro)

"Dédalo, el arquitecto" (relato escrito por Ramiro Castillo, de 4°1°)


    Después de que Dédalo fue expulsado de España por la muerte de Talo, éste se dirigió a Inglaterra, donde la reina solo lo aceptó por sus conocimientos y porque el país se encontraba casi vacío de arquitectos.
     Dédalo comenzó su vida en Inglaterra como cualquier otro arquitecto, pero gracias a sus grandes obras y edificaciones logró llamar la atención de la reina. Ella le pidió a Dédalo que hiciera un lugar donde pudieran encerrar a un asesino y delincuente que estaba asaltando y aterrorizando a todo el país.
      El asesino era un hombre con muy buena compostura física, tenía el pelo rubio muy largo, varias cicatrices por la cara y por todo el cuerpo, y era muy inteligente. Asesinaba, aterrorizaba a la gente por diversión, era como un juego para él.
     Dédalo, con sus grandes conocimientos de arquitectura, logró crear un edificio que tenía paredes electrificadas, imposibles de romper por dentro, pero no por fuera. El techo no tenía ningún hueco por donde pudiera escapar el asesino. En el edificio había muchas habitaciones y pasillos por los  que, si entrabas, te podías perder. Por dentro, parecía interminable.
      Una vez terminado ese edificio, como el que no había otro igual, se encerró al asesino.

      La reina estaba tan impactada y complacida por el excelente trabajo que hizo Dédalo, que decidió no dejarlo ir nunca y utilizarlo para seguir creando maravillosas obras.

"La luz de Eco y el resplandor de Narciso" (cuento de Agustina Cortez)

Consigna: 
Escribir un cuento en relación intertextual con alguno de los mitos y leyendas leídos (en este caso, se escribió a partir del mito de Eco y Narciso)

"La luz de Eco y el resplandor de Narciso" (cuento de Agustina Cortez, de 4°3°)



Narciso queda huérfano a los pocos minutos de nacer, por lo que, en un acto de bondad, la luna, el sol y el viento lo acompañan a lo largo de su vida. Pero lo más interesante es que jamás lo hacen juntos.

Era la tercera mañana de la semana en la que el Sol esperaba a la Luna llegar. Nunca había sido de esta manera, siempre él se iba rápido y sin protestar, pero al oír los comentarios de la gente, quiso cambiar eso. Todos decían que la Luna era lo más hermoso que alguien alguna vez pudo haber visto, que sin pedírselo ella podía iluminar tu corazón, que enamoraba poco a poco a la naturaleza y que, sin duda, era alguien única. Ilusionado, el Sol se sentaba sobre las montañas y se pasaba así horas y horas aguardando. De todas formas, la luna jamás llegaba. En uno de esos suspiros lentos y aburridos, el Viento se le asomó.
– ¿Qué es lo que ocurre? No deberías estar aquí, la Luna ya ha de llegar.
–Sentado aquí hace horas estoy, en la espera de la Luna y su preciosidad.
–Ella no llegará hasta que tú te alejes hacia lo infinito.
Esas palabras hirieron al gran señor Sol, puesto que sus esperanzas de conocer a alguien potente como él cayeron. ¿Qué más podía hacer? Estaba claro que ambos, juntos, no podían estar. A pesar de todo, se elevó alto con la ayuda de un rugido proveniente del viento y se alejó hacia el más allá.
 Inmediatamente se asomó la Luna brillante y alegre saludando a todo ser bajo ella. Frente a sus ojos, en dirección al Ora, pasó a vuelo rápido Lirio. Llevaba en sus manos a una pequeña criatura que hace pocos días acababa de nacer, tan rosado de piel y cabello dorado tal cual sol. El viento, al verla, se desesperó, no podía dejar que la ninfa llegara al Ora sin el permiso del señor sol. Puesto que rugió tan de repente desnudando a los árboles, sorprendiendo a las aves nocturnas y haciendo caer a la pobre ninfa junto a su hijo directo al suelo. Desde ese momento, el niño quedó en manos de nadie. Solo la Luna sabe lo que realmente pasó.
Años pasaron y el pequeño, de nombre Narciso, maduró al par de una flor. Se veía con la cabeza alta llena de vigor, tan seguro de sus pasos y palabras, tan valiente y audaz para todas las tareas, pero de poca espina con las mujeres. La luna varias veces le aclaró que debía conseguir una esposa antes de llegar a su mayoría de edad, sin embargo, él no le prestó demasiada atención.
Días bellos se aproximaban y las ninfas estaban atentas a ello. Salían en comunidad a recorrer los hermosos bosques y siempre se encontraban a alguien para envolver en sus charlas interminables. Una vez, subieron hasta la más alta montaña para charlar con el Sol. Lo notaban algo distraído, veían que había días que se asomaba solo un poco o veces que ni siquiera lo hacía, realmente se preocuparon por él. Otro de esos días algo salió mal y una de las ninfas recibió una maldición. Eco era su nombre y eso todo lo decía, cada vez que hablaba con una persona tenía un problema que no podía controlar, se volvía loca y su desesperación era inexplicable. La maldición consistía en hacerle repetir lo que los otros decían, volverlos locos hasta que se cansaran de ella y ya no le dirigieran palabra alguna. Varios intentaron ayudarla, sobre todo el viento que muchas veces la alejó de personas que le harían daño si llegaba a hartarles. Sin embargo, ya nadie quería hablar con ella.
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Otro día más en que el Sol quiso esperar a la Luna. Tan cansado estaba de oír elogios y comentarios que se quedó un día más para comprobar por él mismo si todo era verdad. Aunque, como siempre, la Luna no apareció.
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Narciso salió a caminar una noche, algo cansado, recorrió gran parte del bosque con la vista de la luna por sobre él. En un momento sintió ruidos extraños detrás de él, los arbustos se movían inquietos, pero nada salía de allí. Intrigado y algo asustado preguntó:
– ¿Hay alguien ahí?
– ¡Aquí! –Respondió Eco alegre.
–No te escondas, vamos, acércate.
– ¡Acércate! –Ella otra vez.
–Quiero que estemos juntos. –La Luna, sorprendida, desde arriba soltó una bonita sonrisa: jamás había escuchado a Narciso decir algo así. Esperanzada, siguió analizando la escena.
– ¡Estemos juntos! –Repitió Eco alegre y salió de los arbustos con los brazos extendidos.
Sin embargo, Narciso dio pasos hacia atrás mientras escupía palabras que hirieron a la pobre Eco.
–Prefiero morirme antes de besarte.
– ¡Besarte! ¡Besarte! –El ruego de Eco no alcanzó, Narciso ya se había marchado.  
La Luna, decepcionada desde arriba, se alejó. ¿Qué debe tener una mujer para alcanzar el alma de Narciso?
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La despechada ninfa siguió su vida sola en las cuevas más oscuras de las montañas. Ya no comía ni bebía absolutamente nada, estaba en absoluta tristeza.
– ¿Has visto a Eco por alguna parte? –Preguntó dudoso el Sol.
– Ha desaparecido, su voz me acompaña a recorrer los bosques de vez en cuando. –Respondió el viento con tristeza.
-
Por otro lado, sin importarle nada, Narciso siguió su camino alejando a cada mujer que se le acercaba. Algunas caían de tristeza, a otras no les importaba y hubo una a la que engañó con sus encantos y luego olvidó por completo. Ésta se enfadó mucho, tanto que invocó a Nemén, la diosa de la venganza. Y esta la escuchó.
La Luna, llena de amor y felicidad presente en la noche, no escuchó lo ocurrido y siguió su charla con las luciérnagas sin cesar sobre la fuente.
–Preciosa la fuente que crearon aquí, ¿alguna vez alguien la visitó? –Preguntó la Luna, y todas las respuestas fueron negativas. Jamás nadie la había visitado, pero, al parecer, esa sería una primera vez.
De lejos se asomaba Narciso. Guiado por Nemén se recostó junto a la fuente y dejó escapar un suspiro agobiado, giró sobre sí mismo y se encontró con alguien totalmente hermoso para su ser. Recibió un flechazo de amor inexplicable que ni la luna podía creer. Narciso intentó varias veces besar y abrazar al reflejo aunque le fue imposible, ya que esta se desvanecía.
La luna graciosa se despidió de las luciérnagas para darle el lugar al Sol, que al llegar se sorprendió al ver a Narciso y su estado.
–¿Está allí hace mucho?
–No mucho, pero estoy seguro de que se quedará allí por mucho tiempo. No perderá las esperanzas muy fácilmente, está loco de amor. –Respondió el viento.
Narciso rendido le reclamaba a dicho reflejo por qué no estaba con él en carne y hueso. Estaba totalmente loco, necesitaba tenerlo con él.
Luego de unos días, al fin sin fin, se dio cuenta de que era su reflejo aquella imagen, de que estaba cargado de ilusión y dolor.
Al cabo de unos días murió de tristeza y las dudas de su madre se quedaron en el aire.
Cuánta verdad contenía el Ora, cuánto poder puede tener y tendrá siempre sobre cada ser existente en la tierra.  

Dicen que en la nombrada fuente creció una flor amarilla delicada y bella, su apodo declarado era Narciso. 

sábado, 18 de noviembre de 2017

"Una tarde hermosa, una noche horrorosa"

Consigna: 
Escribir un cuento en intertextualidad con mitos y leyendas leídos en clase (en este caso, en relación con el género "leyenda urbana")

Una tarde hermosa, una noche horrorosa
(Cuento escrito por una alumna de 4°1°)

Era un domingo soleado y caluroso, no recuerdo bien de qué año, creo que 1995. Caminábamos en el campo con mi amado Jey. Era una tarde hermosa y romántica, caminamos hasta que llegó un momento en que no sabíamos cómo volver, estábamos perdidos. Ya estaba oscureciendo y no sabíamos qué hacer. Jey estaba asustado como yo. Decidimos seguir caminando. En un momento nos topamos con una casa, era enorme y muy hermosa. En ella se encontraba una pareja de ancianos. Eran buenos, nos dejaron alojarnos allí, pero  nos dijeron que ocurrían cosas extrañas.
Con Jey nos miramos sonriéndonos y dijimos: "¿Que podría pasar?". Cuando llegó la hora de descansar, en la habitación que estábamos había un ropero muy grande. Me daba un poco de miedo pero Jey logró  calmarme. Ese ropero tenía algo que no me gustaba. Jey me abrazó y rápidamente me dormí.
Cuando se hicieron las 03:00 am comenzaron a escucharse ruidos. No le di importancia y volví a cerrar mis ojos. Aunque no estaba muy tranquila, me sentía de alguna manera observada. La noche fue eterna.
Se hicieron las 04:00 am, cuando sentí que tomaron mi pie y me levantaron hacia arriba. Me desperté  rápidamente y Jey no estaba conmigo, estaba parado frente al ropero mirando hacia arriba. Me asusté, me levanté corriendo a buscarlo. Estaba clavado allí, en ese lugar, mirando hacia arriba,  no podía moverlo. De repente sentí un frío que pasó por detrás de mí. Fui corriendo hacia la puerta y los ancianos estaban ahorcados. No sabía qué era lo que había pasado. Comencé a gritar, estaba muy asustada. Regresé a la habitación junto a Jey y él seguía allí, estaba inmóvil. Decidí abrir el ropero para sacarme la duda que tenía. Cuando lo abrí se encontraba allí una niña de blanco, con pelo largo y color negro.
Salí rápido, me dirigí para la habitación de los ancianos. Ese cuarto estaba lleno de fotos de esa niña, era la hija. Comencé a buscar, no sé bien exactamente lo que buscaba, pero en un cajón encontré una carta que decía "SIENTO MUCHO HABER TOMADO ESTA DECISIÓN, PERO ES LO MEJOR. LOS AMO. MAMÁ Y PAPÁ".
Entonces deduje que la niña era hija de los ancianos. La niña se había suicidado y los ancianos, o sea, los padres de la niña, jamás la habían dejado descansar en paz. Jamás la habían dejado ir. Fue en ese momento cuando dije: "La habitación es de la niña, dentro del ropero están sus cosas". Fui de inmediato a la habitación junto a Jey y abrí una puerta del ropero. Dentro había como un santuario. "¡Eso era!", dije. Los ancianos no la dejaron ir, la convocaban todo el tiempo. Entonces, me paré frente a ella mirándola fijamente a  los ojos con las manos hacia atrás. Muy enfadada dije: "¡Ya te puedes ir, ve y descansa en paz! Y déjame a Jey".
 La niña fue desaparecido poco a poco y Jey fue recuperando la conciencia, también poco a poco. Ya estaba amaneciendo. Finalmente pude volver a respirar con tranquilidad. Creo que fui muy valiente.

Cuando Jey se recuperó, me abrazó y juró jamás soltarme. Nos fuimos de esa casa y prometimos jamás volver.

"Luke, huesos de hojalata", cuento de Celeste Vergés


Consigna: 
Escribir un cuento de ciencia ficción.

Luke, huesos de hojalata
(Cuento de Celeste Vergés, de 3°1°)

Celine se encontraba en el departamento de su hermano mayor, descansando de la semana tan agotadora que había tenido. Siempre pensó que su último tiempo en la secundaria sería divertido, relajado. Pero al parecer se encontraba equivocada. Los planes para su fiesta de graduación —que, por supuesto no quería—, y la constante presión sobre ella para pasar todas sus materias y  así poder conseguir su título, la estaban volviendo loca. Fue por eso que tomó el tren de la mañana con destino a Boston en cuanto tuvo oportunidad, y se hospedó con Lukas —su medio hermano—, buscando algo de paz.
Claramente, no fue como creía. Un pre-adulto de veintidós años que tenía una obsesión, un don, o quizás una desgracia por dejar todo lo que sus yemas tocaran hecho un desastre. Las decoraciones de cristal sobre los muebles se encontraban resquebrajadas, las manijas de las alacenas arrancadas, era como si Luke no pudiera controlar su fuerza veces. Tenía movimientos torpes y solía chocar sus dedos contra cada cosa que quería tomar. Aunque, mientras analizaba la situación en su mente, jamás había oído el sonido de sus huesos chocar contra la madera, el cristal, o cualquier otro material con el que hubieran impactado. Sonaban más bien como metal. Era por eso que amaba llamarlo “huesos de hojalata”, aunque, en su cabeza, siempre fue en sentido cariñoso.
—Uf, casi no siento las piernas -dijo cuando se levantó del sofá. Parecía bastante cómodo a simple vista, pero era más blando sentarse sobre un colchón de clavos. Estiró las piernas un poco más y se encaminó a la cocina para prepararse otra taza de café.
—. A ver, corre. -empujó suavemente el cuerpo del perro Pekinés con su pie, para que éste pudiera darle un mejor acceso a la isla de la cocina.
Mientras batía su taza con una inquietud bastante grande, sintió cómo su alrededor la aterraba. Las luces apagadas y el silencio —poco común allí— le estaban poniendo los pelos de punta. La piel se le estiraba tanto que la sentía quebrarse, y eso no era una buena señal. Su madre siempre le había dicho que tenía un sexto sentido para las cosas. Y era algo que terminó por odiar.
—¡Ay!— se tomó el pecho con terror luego de pegar un salto. La televisión se había prendido de un momento al otro, con un sonido estrepitoso, que la hizo arrojar la taza al suelo por la impresión. Se alejó un par de pasos con cuidado de no incrustar algún cristal en sus talones descalzos, y se puso de cuclillas para recoger los pedazos rotos. Sin embargo, no pudo evitar prestarle más atención a lo que la televisión decía.
Un presentador que ella conocía, de piel morena y cabello corto se encontraba hablando de un tema que a ella siempre le había parecido absurdo del otro lado de la pantalla:  la evolución de las máquinas en los años de la actualidad. Celine no era gran fan de la tecnología, por lo que nada de eso le interesaba.
Quiso volver a prestarle atención a los pedazos de taza quebrados que recogía, pero en cuanto lo hizo, la punta de uno de ellos le rasgó la piel del dedo, y se puso de pie con un quejido sosteniéndolo, en un intento fallido de aliviar el dolor. Le dio la vuelta a la isla de la cocina para poder buscar el botiquín. Iba a vendarse el dedo para poder terminar de limpiar el suelo con tranquilidad.
Abrió el cajón y buscó unas vendas, o quizás un poco de cinta, algo que calmara el sangrado. Cuando encontró lo que estaba buscando, inmovilizó su dedo con dichas telas, pero el sonido tan familiar de los dedos de su hermano chocando contra algo la hizo detenerse y estirar el cuello con intención de encontrarlo.
—¿Luke? -preguntó al no verlo. — ¿Hola? - ésta vez la voz le tembló un poco. Juraba haber oído el sonido de “hojalata” de los huesos de su hermano golpeando algo en la cocina. Guardó las vendas y cintas que había sacado del cajón y volvió a darle la vuelta a la isla de la cocina. Las piernas se le sacudían, ya había comenzado a tener un poco de miedo, y le desesperaba no encontrar a su hermano.
Giró la cabeza al sentir el mismo sonido de antes, pero ésta vez fijó la vista en la televisión. El mismo canal que se había reproducido cuando ésta se encendió estaba mostrando, ésta vez, avances sobre los nuevos robots que habían sido creados para ayudar a las personas con los quehaceres del hogar. Y los choques de los dedos de ésta máquina sonaba exactamente igual a los de su hermano.
—¡Lukas!— gritó asustada, y corrió hasta la habitación de éste. Se lo encontró de espaldas a ella, acomodándose el cabello frente al espejo, pero volteó a verla en cuanto notó su presencia.
—¿Mhn?— inquirió. Su voz tenía un tono tan robótico y artificial que hizo la mente de Celine explotar en teorías sobre estar atrapada en una pesadilla. Sacudió la cabeza, intentando hacerse creer a sí misma que estaba sugestionada por las películas que había estado viendo, y las noticias de la televisión. Ella no podía dudar que su hermano era un robot. Eso era imposible.
—Estuve viendo la televisión hace un rato… Bueno, en realidad se encendió sola -suspiró para calmarse. Se sintió tonta al caer en cuenta del escándalo que estaba haciendo. —Lo siento, debe ser el estrés que traigo encima. Sólo me asusté.
—No te preocupes, no tienes que asustarte. Todo está bien. - Luke la atrajo a su cuerpo en un abrazo, intentando reconfortarla. Pero, al contrario, Celine se asustó mucho más al sentir, en lugar de los latidos del corazón, un sonido extraño. “tic, tic, tic” como una máquina.

Apartó al chico de cabello rubio de un empujón al notar que todo era como ella temía. Los ojos de su hermano temblaron al igual que su boca. El empujón tan fuerte le había ocasionado un cortocircuito. Y, efectivamente, había estado conviviendo toda su vida con una máquina. Un verdadero robot.

"Medusa, castigo injusto", cuento de Selena Álvarez

Consigna: escribir un cuento en intertextualidad con alguno de los mitos y leyendas leídos en clase (en este caso, se escribió en relación con el mito griego de Medusa)

Medusa, castigo injusto
(Selena Álvarez, de 4°3°)

Yo soy hija de Fosis Y Ceto, soy una gorgona, pero a diferencia de mis hermanas y el resto de las otras gorgonas, soy la única mortal y se puede decir sin dudar que soy la más hermosa. Tengo unos hermosos ojos verdes, una boca que enamora y seduce a cualquier hombre, piel tan bella y blanca como la porcelana y un cabello largo, sedoso y hermoso que causa la envidia de todas las mujeres que me ven.
Un día me desperté con ganas de salir a ver el sol y conocer nuevos lugares, luego me topé con una diosa, que según decían, era la más hermosa, pero yo sabía que si a ella la consideraban así pues yo soy el doble de hermosa que ella. Me comenzó a mirar con cara de asombro, refunfuño y siguió su camino, yo seguí con el mío.
Recuerdo que había pasado por un templo, el de Atenea, y decidí pasar a ver cómo era por dentro. Allí lo vi: un hombre alto, sonrisa hermosa y ojos que no dejaban de mirarme. Mi timidez me hizo voltear a ver hacia otro lado. Recorrí todo el lugar y ya estaba decidida a volver a casa. Cuando ya estaba saliendo de ahí me agarran la mano y en un susurro me dicen:  –Aguarda,  te veo aquí mañana al anochecer.
Esa noche no pude ni cerrar los ojos para dormir, pensando en sí iría  o no me atrevería. Después de todo no lo conocía, siquiera sabía su nombre. Me puse muy indecisa. Hasta ahora nunca había salido de mi hogar y si mis padres se enteraban, me matarían.
Paso rápido el día y llegó la  noche oscura y fría. Decidí ir. Pensé: “ ¿Qué puedo perder?¿Por qué no arriesgarme a una aventura ya que nunca tuve una?”
Me preparé. Me cubrí con una capa, y ocultándome de quien veía en el camino llegué al templo.
Ahí estaba él, esperándome. De inmediato lo vi, me acerqué tímidamente.
 –No pude dormir pensando en ti-dijo él. Lo único que deseaba era que pudieras venir ya que desde que te vi, me deslumbraste con tu belleza -exclamó .Se acercó imperiosamente a mí.
 –Soy Poseidón, dios del mar -dijo él.
Se me empezó a acercar y hostigar indebidamente, y yo iba retrocediendo  ya que comenzó a incomodarme, hasta que llegó un punto en el que trató de seducirme extremadamente y decidí irme. Pero cuando me quise ir me tomó por detrás, satisfizo su deseo en contra de mi voluntad.
No obstante a aquel suceso, Atenea(diosa de la pureza y castidad, entre otras cosas)se enteró, y se vio terriblemente ofendida,  sólo que no con Poseidón, sino  conmigo, ya que creía que yo era todo lo contrario a ella (deseo...carnalidad...voluptuosidad) y decidió castigarme.

De mi cabello hizo siseantes serpientes. De mis ojos, una intensidad tal que si los miras directa y fijamente, te vuelves de piedra. En sí, me había convertido en un monstruo, pero aun así, mi andar seguía siendo tan igual de provocador y sensual,  que hipnotizaba casi tanto como mi mirada.
Sin embargo, Atenea, aún inconforme, viendo que el castigo que me puso  no había tomado los tintes que ella esperaba, envió a Perseo, hijo de  Zeus, a que cortara mi cabeza. Muy ingenioso, usó su escudo para reflejarme y que no lo convirtiera en piedra y le dijeron que al venderme entregara mi cabeza a los dioses .Después de luchar con todas mis fuerzas, salió por detrás el reflejo de una espada que me dejó sin habla...



Y así yace la imagen de mi cabeza como escudo de la casta Atenea.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Cuento: "El mutante" (Aylén Ruiz)

Consigna: 
Escribir un cuento de ciencia ficción.


El mutante
(Cuento escrito por Aylén Ruiz, de 3°1°)
  
Hace mucho tiempo, cuando las personas asesinaban a alguien, o hacían las cosas mal, alguien venía a buscarlos a ellos, a los que más querían ¿Pero quién dijo que ahora no?

Una noche de abril, William le mandó mensajes a su hija

William: ¿Estás en tu pieza?
Aixa: Si, ¿Qué pasa?
William: ¿Las puertas están cerradas?
Aixa: No sé.. ¿Estás abajo?
William: No, prestame atención
William: Mirá por la ventana ¿Hay un hombre ahí abajo?
Aixa: Me asustas, ¿Qué pasa?
William: ¡Por favor, fíjate!
Aixa: Papá, ¿qué es eso? Es igual a ti.
William: ¡No le saques los ojos de encima, Aixa!
Aixa: No entiendo lo que quieres decir, ¿qué pasa?
William: Si te manda mensajes o si te habla, no respondas.
Aixa: ¿Qué? ¿Por qué habría de hablarme?
Aixa: Ok, pero si no eres tú y no estás acá
Aixa: ¿cómo sabes que está ahí afuera?
William: Eso no importa, importa que no dejes de mirarlo.
William: Si lo miras no puede moverse, creo.
 Aixa: ¡¿Cómo “creo”?!
William: Es que no sé, no estoy seguro.
Aixa:  Ya da igual, me voy a la habitación de pánico.
William: No, no es seguro.
Aixa: ¿Por qué?
Aixa: ¡No la llamen habitación de pánico, entonces!
Aixa: Es muy difícil escribir y observar al mismo tiempo.
William: Entonces no escribas, solo observa. Voy para allá
Aixa: ¡No entiendo nada! ¿Cómo puedo creerte?
William: Lo sé, lo entiendo. Solo tienes que confiar en mí.
Aixa: Si, pero ese ¿robot? Da miedo.
Aixa: Dejé de mirar por un segundo, y ya no está
William: ¿Estás segura?
Aixa: ¿Cómo que si estoy segura?
Aixa: Papá, ¿eres tú?
William: No, no soy “papá”, y no me fui.
William: Estoy dentro de la casa.
Aixa: No puede ser.
Aixa: Dejé de mirar un segundo.
Aixa: Te hubiera visto cruzar.
William: No me conoces
Aixa: ¿De qué se trata esto?
William: Hay más a mi alrededor, y a tu alrededor
Aixa: ¡¿Entonces  dónde están?!
William: ¿Sabes? Sé cosas, cosas que nadie debe saber, siempre lo sé.
Aixa: ¿Eso quiere decir que eres humano?
X: No soy humano.
X: Pero miento y engaño solo como tu padre puede hacerlo
X: Haré todo lo posible por llegar a vos. Y está bien si tienes miedo, el miedo es algo bueno.
X: ¿Me vas a contestar? ¿Aixa?
Aixa: ¿Cómo sabes mi nombre?
X: Me mandaron a buscarte, para eso necesitaba tu nombre
Aixa: ¿Quién te envió?
X: Algo que nunca quisieras conocer.
X: Debes ser inteligente.
Aixa: Tal vez.
X: Y siéndolo, ¿confías en tu padre? Eso me pone en duda.
Aixa: ¿Por qué?
X: Porque no es alguien en quien puedas confiar.
X: Miente y engaña.
X: Conozco todo lo que él piensa, sé todo de él. Y también de ti.
Aixa: Sí, claro.
X:No te voy a mentir, Aixa. Si descubres que lo hago, te dejaré en paz.
Aixa: Esto es ridículo. ¿Tengo que creerte?
X: Sí, es cierto.
Aixa: Vete al infierno.
X: Ya he estado ahí. Muchas veces. Es decir, la Tierra es el infierno.
X: O muy pronto lo será.
Aixa: ¿Qué  quieres?
X: ¿Quién dijo que yo quería algo?
Aixa: Mi papá.
X: Él fue un buen hombre.
X: Hace décadas.
X: Antes de volverse rico. Y convertirme en esto, convertirnos, mejor dicho.
X: Ahora es uno de los seres humanos
X: con vida más deplorables.
Aixa: No. Él es bueno…
X: Por eso. Es cuando nosotros nos levantamos.
X: Y arreglamos las cosas.
Aixa: ¿Nosotros?
X: Cuando la humanidad se vuelve enferma.
X: Nosotros la cambiamos.
Aixa: ¿Intervenir? ¿Como?
X: Miles de veces a través de los milenios.
X: Tuvimos que venir para mejorar las cosas.
X: Aterrorizamos a los seres humanos para que sean buenos, al quitarles lo que más aprecian.
Aixa: Pero, ¿qué eres?
X: Ya te lo dije.
X: Yo soy el heraldo de la Era de la Oscuridad que está por venir.
Aixa: Déjame en paz.
X: Bienvenida al juego, Aixa.
Aixa: ¿Dónde estás?
X: Estoy aquí, mirándote, en alguna parte.
X: ¿Por qué no vas a tu dormitorio, Aixa?
Aixa: ¿Para que puedas atraparme?
Aixa: No.
Aixa: Lo que hizo mi padre me disgusta, pero no voy a dejar que me atrapes…
Aixa: Solo para que puedas castigarlo.
X: ¿Piensas en otra opción?
X: ¿Crees que me puedes engañar?
X:  Estoy aquí para llevarte.
X: Esta es una promesa que voy a hacer.
X: No te llevaré, Aixa.
X: No si vas a tu habitación…y dejas que tu padre pague.
X: Ahora no estamos solos.
X: Papá está en casa.
Aixa: Ya lo escuché.
X: Piensa que estás en el sótano.
Aixa: Está a salvo ahí abajo.
Aixa: Mientras estés ahí afuera.
X: ¿Te importa?
Aixa: Sí. Aunque lo odie…
Aixa: No voy a dejar que lo mates.
X: Suposición falsa.
Aixa: ¿Cuál es?
X: Que soy un asesino.
Aixa: Dijiste que estabas aquí para ver cómo muere.
X: Yo lo podré ver, pero no lo voy a hacer.
X: Los oigo, a los gritos ahogados de tu padre desde el sótano…
X: mientras es despedazado parte por parte.
Aixa: ¿Qué?
X: Te dije que ya no estamos solos.
Aixa: ¿Qué hay abajo?
X: Te dije que había más como yo, solo que no me prestaste atención.
X: Me tengo que ir, Aixa
Aixa: No vas a ir a ninguna parte.
X: Sí, me voy.
X: Tengo trabajo que hacer.
X: Otros personas, otras deudas a pagar.
X: El mundo va a ver mucho más de nosotros muy pronto.
X: Dijiste que no soy nada más…
X: que una mounstruo.
X: Entonces, encontré la manera de serlo, sin que te dieras cuenta, ya que te hice creer lo que vos querías.
X: Te dije Aixa, que sabía más de lo que vos pensabas.
Aixa: ¿Pero con qué finalidad?
Aixa: ¿Por qué me quieres?
X: Para llevarte, y convertirte en uno de nosotros
X: Vamos, eres inteligente. Lo harás bien
Aixa: ¿Entonces no iría con mi papá?
X: No.
X: Él te engaño, él es uno de nosotros también.
X: La razón, Aixa, por la que quería que me mires, era para mantener tu atención lejos del mutante…

X: que está arrastrándose detrás de ti.

lunes, 13 de noviembre de 2017

Reseña del cuento "Margarita o la farmacopea" de Adolfo Bioy Casares



Reseña del cuento “Margarita o la farmacopea” de Adolfo Bioy Casares (por Nicole Armijos, de 5°2°)

Estamos familiarizados con los hechos fantásticos o irreales cuando de relatos de Adolfo Bioy Casares se trata, conocemos la forma tan ambigua con la que le gusta perturbarnos. La sensatez en sus palabras, lo equívoco en nuestras interpretaciones, son otras de las cosas a las que ya nos adaptamos cada vez que leemos una de sus creaciones literarias.

“Margarita o la farmacopea” es un cuento que pertenece al libro Cuentos breves y extraordinarios, de Adolfo Bioy Casares. Un ejemplar de género literario fantástico.

Al comenzar la lectura de éste relato quizás no se logre dar con el sarcasmo y el doble sentido, aunque se puede anticipar que nada normal o que se asemejase a lo común, puede esperarnos. 

Es un cuento breve, pero no llega a ser un microcuento. Narra en pocas palabras las observaciones que se hace a sí mismo un químico, “desvalorizando” indirectamente las opiniones de su hijo y su nuera, quienes aseguran que la perfección en él no existe. Éste hombre, el químico, contempla sus méritos y el triunfo que recogió de ellos a través de su más preciada creación, un medicamento que inventó para aumentar el apetito de su nieta Margarita. Todo en un principio marcha bien, la niña tiene más apetito, sube de peso, su piel adquiere más color… El problema surge al final. Como es típico del escritor, deja una sabía enseñanza que no sólo nos edifica como personas sino que nos prueba que, aunque hagamos bien las cosas, podemos caer en el error en cualquier momento.

No todo está dicho, aún cuando las cosas estén funcionando y parezca que nada malo vaya a pasar. La vida está abierta a un sinfín de posibilidades, que bien aprovechadas y con humildad, nos pueden ayudar a lograr cosas insólitas. 

Por último, hago mi recomendación al público joven en adelante, y los animo a instruirse en algo que es base de nuestra existencia, el ser humildes. Si no queremos terminar como el protagonista del cuento, lo mejor será aprender de ello.

Reseña del cuento "En memoria de Paulina" (Adolfo Bioy Casares)



Reseña del cuento “En memoria de Paulina", de Adolfo Bioy Casares (por Nicole Armijos, de 5°2°)

“En memoria de Paulina” es un cuento del escritor argentino Adolfo Bioy Casares que se encuentra en el libro de relatos La trama celeste y pertenece al género literario fantástico.
El relato es narrado en primera persona por un hombre, del cual se desconoce su apelativo, que ha amado profundamente y en silencio a una mujer llamada Paulina. El narrador desde un principio profesa su admiración por ella a través de sus palabras. Cuenta con ternura el cariño que le tiene, resaltando el hecho de que ambos fueron destinados para estar juntos y sobre todo, en lo bien que, para él, se complementan.
Ambos, tanto el narrador como Paulina, son personajes que anhelan el poder sentirse amados y desean ser parte de una vida donde puedan deleitarse con las maravillas del amor. Esto es algo que influye en la forma de pensar del narrador y lo lleva a creer que la conexión imaginaria que existe entre ellos es suficiente para que en un futuro puedan estar juntos. Podríamos coincidir o no con su pensamiento, pero considerando la timidez del mismo, tal vez lleguemos siquiera a justificar el que no quisiera hablarle abiertamente a Paulina de lo que siente por ella.
La relación entre el narrador y Paulina por momentos se hace difícil de comprender ya que ninguno muestra señales obvias de lo que experimenta internamente y, si sabemos que el narrador la ama, es porque él mismo narra el relato. Es por eso que desconocemos si éste vive una realidad amorosa o ficticia, aunque por medio de los sucesos que se van desencadenando podemos hacernos una idea.
La trama del cuento sin duda es atrapante, y no porque sea una típica historia de amor, sino por todo lo contrario. El caso de Paulina y el narrador es particular porque causa confusión en el lector, llevándolo por momentos a plantearse la idea de una quimera que envuelve la manera de pensar del protagonista. Como dije anteriormente, desconocemos el grado de autenticidad de sus palabras hasta poco antes del final.
Y como si fuera poco el conflicto mental creado en nosotros a causa del enigmático vínculo entre ellos, aparece un personaje más a ponernos el mundo de cabeza. Su nombre es Julio Montero y según la descripción que se le atribuye podemos saber que es un hombre que conoce de libros y se entusiasma al hablar de éstos. No entraré en detalles con este individuo porque poco es lo que se conoce de él, pero si haré una pequeña observación: Montero es esencial para el entendimiento de los desasosiegos que surgirán tras finalizar.
Éste es un cuento de fácil lectura, aunque compleja para aquellos que se quedan con lo primero que leen. Los grandes detalles y el romanticismo explícito son dos de las cosas que no encontrarás en este relato; sin embargo, te verás embriagado por la dulzura de su poesía y te encantará la calidez con la que te abrazarán sus palabras, de una manera sutil, para nada abrumantes. 
Un cuento para románticos empedernidos e indispuestos a declarar su amor, ya sea por inexperiencia o porque no lo sienten necesario.

Reseña del cuento "Marionetas S.A." (Ray Bradbury)

Reseña de “Marionetas S.A.”
(por Celeste Vergés, de 3°1°)

En “Marionetas S.A”,  de Ray Bradbury, el tema principal parece ser la robótica. Al inicio del relato, dos hombres aparecen hablando sobre sus matrimonios y un viaje frustrado a Río. Es entonces cuando Braling le enseña a Smith su plan de huida, sustituyéndose a sí mismo por un robot idéntico, para que su mujer no notara su ausencia.
A pesar de que Smith tenía un matrimonio perfecto, decidió tomar el dinero del banco para seguir el plan de su amigo. Al llegar al banco, nota que el dinero no se encuentra.

Es un relato atrapante y sorprendente, mayormente el final de la historia. Hay un giro muy drástico en la trama. Al leerlo, uno se encuentra esperando un final totalmente distinto al que Bradbury decidió escribir. 

El gran cambio (Bautista Fusto)

Cuentos de ciencia ficción El gran cambio    24 de octubre de 2013.Buenos Aires, Argentina Día nublado. Seguramente llueva. Caminaba...