jueves, 30 de noviembre de 2017

"La tierra maquinaria" (cuento de ciencia ficción)

La tierra maquinaria (Micaela Guiraldes, de 3°1°)



Estaba en trance, completamente aislada de su entorno.
Aquellos ruidos en el restaurante como, el de los autos pasando del otro lado de la puerta, el parloteo de la gente o algunos de los mozos gritando la orden, no la estorbaban en lo más mínimo. Alguien ajeno podría asegurar que su mirada —puesta en la misma nada— aterrorizaba, pues parecía una maníaca. La gente que integraba las mesas cercanas se alejaban de ella intimidada. 
Su hamburguesa sólo tenía un pequeño mordisco y hacía tres minutos jugaba con su ensalada de pepino. 
Para Demian, la joven —quien aparentaba tener unos 15 años— no parecía ser aterrorizante, sino, más bien intrigante, puesto que parecía no temerle a nada.
Su cabello era corto, ondulado y grisáceo, debido al polvo que traía este, su piel era blanca y sus labios corales. Traía lo que parecía ser una bata de hospital, que, al igual que su cabello, traía polvo, estaba completamente sucia y bastante rasgada.

— Oye, ¿estás bien? —.Demian acercó su silla un poco más a la ajena, no fue nada cauteloso mientras la observaba así que, sin más, se limitó a preguntar por ella.
El tenedor que la extraña joven mantenía en su mano derecha empezó a vibrar doblándose de manera lenta mientras que la chica, al igual que el tenedor, comenzaba a ponerse completamente roja, ella parecía estar furiosa por alguna razón.

Él no se asustó, mantenía la mirada en el tenedor tanto como la chica en su plato de ensalada. El tenedor se detuvo, ella paró, pero repentinamente sin consentimiento de la joven, voló hacia el techo, clavando en este sus cuatro dientes lo más profundo posible.
Quien se encontraba asustada ahora era ella. Observó con miedo inmediatamente al joven Demian, que sólo se limitó a sonreír simpáticamente. Los expectantes, o más bien los clientes y los que trabajaban en aquel restaurante de clase media se fueron corriendo a gritos sin mirar atrás, dejando completamente solos a la extraña chica y a Demian.
Pudo observar en el camisón de ella que llevaba una pequeña plaqueta con un nombre puesto en él, decía: "Melissa" Tuvo muchos remordimientos en sí mismo, uno de ellos: ¿Realmente era su nombre?

— ¡Eres uno de ellos! — "Melissa" asustada, se levantó de la silla e intentó correr hacía la puerta, pero una mano sujetó con fuerza su muñeca impidiendo su escape.

— Soy como tú, tranquila. ¿De dónde vienes?

— Acabo de escapar del hospital, los hombres de Rottenford me tenían internada hace meses, hace años soy su experimento social.

— Tranquila, yo escapé de ellos hace años, puedes estar segura conmigo. Debemos irnos, deben estar buscándote. Por cierto, me llamo Demian ¿Y tú?

— No lo sé, jamás me dijeron. Desde pequeña me tenían encerrada en un laboratorio de investigación y...

— Te diré Melissa.

Ambos salieron corriendo del restaurante. Mientras Mel corría, observaba los edificios, los negocios, la vestimenta de la gente. ¿Qué rayos había sucedido luego de su última vez como ciudadana común y corriente? 
El futuro había llegado y con él, sus consecuencias. Demian las tenía en frente suyo: nadie se miraba a los ojos, nadie se saludaba, los niños no jugaban, no había perros jugando en la plaza, de hecho, no había plazas ya. Ya no era la tierra, el mundo no podría ser este.
La sirena policial desde algún lado de la ciudad hacía que Melissa se desconectara de sus pensamientos, no sabía qué era lo que realmente la asustaba, si el cambio para peor del planeta, o el pelotón de policías en algún lado, buscándolos. 
La tecnología avanzó dominando las mentes humanas, convenciendo de que el avance tecnológico es beneficiario y satisfactorio para el entretenimiento y los labores.
Mark Rottenford era el creador de todo lo que destruía la humanidad, y ver el simple acto de que un humano ya no se tome la molestia de tirar un desecho en el cesto de basura, porque se han creado humanoides que recogen basura convirtiéndola en metal, realmente lo complacía. 
¿Por qué un humano quiere acabar con la humanidad? Nadie lo sabe. Melissa no sólo quería librarse de las manos de sus hombres, sino, acabar con el mismísimo Mark. Y no solo ella, miles de experimentos humanos supernaturales como ella lo desean.

Mark creó a los E.H.S para acabar con los humanos siendo estos útiles como su ejército y los humanoides como “La nueva población” 
Hipotéticamente los E.H.S eran una amenaza secreta para la humanidad y cada uno de estos experimentos humanos sabían de su función, aunque muchos de ellos luchaban contra ellos mismos para ser simplemente parte de la sociedad. 

— Tal vez, si nos escondemos dentro de algún negocio no puedan encontrarnos. Y deberíamos ir con el ejército E.H.S — Comentó Melissa mientras no paraba de correr. 

Demian repentinamente dejó de correr deteniéndose detrás de ella, sacó una navaja de uno de los bolsillos de su pantalón y aprovechó el momento en el que Melissa aún no se volteaba para apuñalarla en la costilla izquierda. 
Como anteriormente, la gente gritó espantada, apartándose de la escena. 
La policía se aproximaba, el primer oficial en llegar suspiró observando la escena. 

— Creí que no era necesario, Sinclair.

— Tenía mucho poder, solo le quedaban días para ser una más de ellos. 
Deberíamos apurarnos, hay muchos más que pronto —sin saberlo — se convertirán en los esclavos de Mark, no perdamos tiempo. Iremos por el ejército que enfrentará a Rottenford esta noche, si llego a convertirme... — Demian le dio su más preciado elemento, su navaja. — No lo dudes, acaba con cualquier amenaza.

— Sinclair.

— Nos veremos, John.

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