Intertextualidad con los cuentos leídos
Cuento: "La vida de Asterión"
(basado en "La casa de Asterión", de Jorge Luis Borges)
Asterión era un joven muchacho, de piel
blanca, ojos color miel, pelo largo y castaño. No le gustaba usar ropa ajustada
ya que sus gustos eran diferentes a los demás.
El joven vivía en una pequeña ciudad
llamada 'Duravit', donde todos eran parecidos. No había persona que no se
pareciera a los demás, en relación con
gustos de música, ropa y forma de vivir. Asterión era la excepción a de todos ellos. Las
personas de Duravit eran de pieles bronceadas, siempre con ropa ajustada, las
mujeres con su cabello largo y los hombres con su cabello corto, siempre
vistiendo prendas de marcar caras y nunca ropa de segunda mano.
En la escuela donde iba Asterión, siempre
se burlaban de él, por ser tan diferente a toda la gente de esa ciudad, porque
su piel no era de color bronceado como la de los demás y por saber hacer cosas
que los demás no sabían. Una de ellas era tocar un viejo ukulele que le había
dejado su difunto abuelo. Él amaba ese instrumento ya que era tan simple, tan
delicado, tan hermoso. Su melodía lo relajaba de toda tormenta que pudiera
estar pasando por su vida.
Su casa era de dos pisos, con grandes
ventanales que siempre estaban cubiertos por oscuras cortinas que llegaban a
rosar el frío suelo de esa casa. Tenía un gran patio trasero, lleno de grandes
árboles, como si fuera un bosque donde uno se podría perder fácilmente. Esa era la
parte favorita de Asterión, su bosque, en donde podía ser él mismo, sin que
nadie lo juzgue, ni que nadie lo lastime ni lo moleste. Asterión, al ser una
persona tan sola, tenía que buscar sus propias distracciones. Le gustaba correr
por los pasillos de su gran casa vacía, dar vueltas hasta marearse y caer sobre
el pasto. Le gustaba jugar a que lo busquen. A
cualquier hora él podía jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y una
tranquila respiración. A veces, cuando abría los ojos, el color del cielo se
cambiaba y se tornaba de un color naranja. De tantos juegos que tenía, su
favorito era el de el otro Asterión, fingía que iba a visitarlo y que él le
mostraba su casa. Su parte favorita del recorrido era cuando le decía “y ahora llegamos a mi patio”.
Sus vecinos creían que
estaba loco, sus compañeros lo llamaban monstruo, le decían que él no encajaba
en este mundo.
Asterión fue para su casa,
se paró en frente del espejo de su baño, pero... él no veía a un joven, veía un monstruo, un monstruo que no era ni
lindo, ni tierno, ni simpático. Se veía como una bestia mística, con piernas
como las de un toro, cabeza de toro, con una gran fuerza que nadie podría
entender. Él era un minotauro, o por lo menos así se veía él. Cada vez que
Asterión miraba su reflejo, lloraba, lloraba porque él quería ser aceptado como
los demás, no quería ser mirado con los ojos de un monstruo.
Sus padres nunca lo
quisieron, siempre lo trataron mal, nunca le dieron ese amor y cariño que
debería recibir un niño. Ellos habían muerto en un accidente de autos cuando
estaban volviendo a su casa de una gran fiesta. Asterión no se encontraba con
ellos en ese accidente, ya que él estaba en su casa durmiendo. Por eso él
siempre estuvo solo, nunca sintió el amor de alguna u otra persona.
Asterión se dirigía a su
escuela cuando de repente escuchó un grito. Era uno de sus compañeros de
escuela que como siempre gritaba para molestarlo y hacerlo sentir mal.
-¡Eres tan raro, no
entiendo porque sos tan diferente a los demás! Mirate, nadie te acepta, nadie
te quiere. Estás solo en este mundo Asterión, y todo por ser diferente a los
demás, das asco.
Asterión solo lo miró y
llegó a responder:
-Está bien, lo siento.
Salió corriendo de ese
lugar, con sus ojos llorosos, mientras escuchaba las risas despiadadas de todos
los demás.
Asterión, ese día, decidió no ir a la escuela,
ya que sentía que su corazón estaba demasiado roto. Él solo se dirigió a su
casa. Cuando llegó, fue a su baño y se miró en el espejo. Como siempre,
Asterión solo veía su reflejo como un monstruo. Intentó mucho tiempo verse como
una persona, pero no podía, no era lo suficientemente fuerte para hacerlo.
Asterión decidió irse de
Duravit a un lugar muy lejos de todos, donde no haya nadie que lo pueda
lastimar. Este lugar era casi un secreto, nadie sabía su ubicación, no sabían
nada de ahí. En ese lugar había un gran laberinto donde él se podía quedar sin
que nadie lo molestara.
Empezó a sufrir una metamorfosis, sus piernas eran como
las de un toro, empezó a crecerle pelaje por todo el cuerpo, unos enormes
cuernos le salían de la cabeza.
En poco tiempo se empezó a
transformase en minotauro, tal y como lo describían todos sus compañeros.
(Por Gabriela Mantovani, de 4°3°)
(Por Gabriela Mantovani, de 4°3°)
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