En el año 2089, en New York, un par de científicos llamados William Jouse y Amadeo Armando querían viajar al futuro para ver cómo había evolucionado su creación: un robot que cumplía funciones como ayudar a ancianos, a niños, etc. . Para eso, deberían construir una máquina del tiempo.
Buscaron todo lo que necesitaban para construir su nave, con mucho esfuerzo y trabajo. Días después, la máquina estaba casi lista, pero faltaba un pequeño detalle: necesitaban una planta de energía que hiciera que la máquina del tiempo encendiera y pudiera viajar al futuro. Pero la planta estaba casi extinta, así que el viaje al futuro demoraría más de lo planeado.
A la mañana del otro día decidieron ir en busca de esa planta. Fueron a Nigeria, lugar donde se habían visto por última vez. Buscaron por todas partes, por mar y tierra pero no lograron encontrar ninguna planta.
Mientras volvían a la gran ciudad sin su planta de energía, decidieron mandar a informar por radio local que la necesitaban. Al llegar, se encontraron con un hombre que era propietario de una planta de energía. El hombre dijo que se las daría sin algún problema, pero había una condición, que los científicos le tenían que construir un robot para él. No hubo ningún problema: se lo construyeron muy rápido y así, el señor les entregó la planta para que los científicos pudieran hacer su viaje.
Ya con la planta de energía lista, los científicos partieron hacia el futuro en su máquina para rencontrarse con su robot Hervie .
Una vez en el futuro, tenían que ubicar al robot y eso les iba a tomar días.
Así que los científicos construyeron un rastreador de robot para encontrar a Hervie.
Pasó un día y por fin lograron ubicarlo, viajaron hacía él y una vez que llegaron, de inmediato Hervie se dío cuenta de que estaba enfrente de sus creadores. Ellos estaban muy felices al reencontrarse, compartieron unas copas y luego de un rato, los científicos volvieron a su tiempo.
(Curso: 3°1°)
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